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DON VICENTE ROCAFUERTE
FORJADOR DE LA
INTEGRACION NACIONAL

Dr. Alberto Cordero Aroca
Presidente Ejecutivo, Fundación “Casa de Don Vicente Rocafuerte”

En febrero de 1833 don Vicente Rocafuerte regresó a
su patria natal, luego de cumplir honrosas funciones
diplomáticas en Europa al servicio de México. Su país
sufría el dominio de la soldadesca extranjera bajo el
poder del general venezolano Juan José Flores. Tal es-
tado de cosas hizo repercusión en un hombre del ca-
rácter de Rocafuerte que desde temprana edad había
ensanchado su intelectualidad con los viajes y estudios
en contacto con personajes del viejo mundo que le die-
ron una experiencia de verdadero estadista.

La oposición al general Flores tenía un periódico vi-
brante “El Quiteño Libre” que auspició la candidatu-
ra de Rocafuerte para diputado al Congreso de 1833;
triunfó y en esa asamblea lanzó una temeraria protesta
contra el régimen imperante, fue destituido y desterra-
do de Quito. Al poco tiempo estalló una revolución el
12 de octubre en Guayaquil, una vez liberado Roca-
fuerte fue proclamado caudillo y Jefe Supremo de la
revolución chihuahua. Tomó la decisión de asumir la
dirección del movimiento y evitar las depredaciones de
los revolucionarios logrando reducirlos al orden, para
lo cual dicta medidas benéficas para el pueblo.

El país iba en camino de la destrucción apenas a 4 años
de haberse constituido como Estado. La guerra civil se
había generalizado el 13 de julio nombran a José Félix
Valdivieso jefe supremo de Quito, el 25 de agosto lo
hace en Cuenca lo que significa la fragmentación del
Ecuador con tres gobiernos. Probablemente la procla-
mación de Valdivieso y el intento de retornar a Colom-
bia no como Estado sino como simple departamento,
originó la reconciliación de Rocafuerte y Flores.

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La guerra civil tuvo altas y bajas, Roca-
fuerte cayó prisionero de Flores y luego
de una entrevista firmaron un pacto en ju-
lio de 1834, tal vez uno de los acuerdos
más polémicos de la historia pero que dio
los mejores resultados.

En la tarde del 10 de septiembre de 1834
se reunió una Junta de Notables en Gua-
yaquil pues era la fecha en que debía cesar
constitucionalmente el período de Flores.
Rocafuerte pronunció un discurso donde
recapituló los graves males sufridos y jus-
tificó su reconciliación con su antiguo ad-
versario como “cristiano, caballero y pa-
triota”, proponiendo la paz y la concordia
por medio de una Convención Nacional,
terminó manifestando que al romperse el
pacto social cada sección ecuatoriana a
reasumiría su soberanía como mejor le pa-
reciere, pero que la cordura aconsejaba la
unión de todas.

La Junta resolvió nombrar a Rocafuerte
Jefe Supremo con las facultades para con-
servar el orden interno y la seguridad ex-
terior, que el nuevo mandatario promueva
la reunión de la Asamblea Constituyente
de acuerdo con los otros jefes departa-
mentales y que se proceda de inmediato
a las elecciones primarias para diputados
con igualdad de representación de los tres
departamentos.

La Junta envió comisionados a Quito para
promover ante el gobierno de Valdivieso
el reestablecimiento de la paz y la insta-
lación de la Asamblea Nacional, entre las

instrucciones estaban el principio de igualdad de
representación, que la convención se reúna en
Riobamba nunca en Quito, que las tropas de la
provincia de Chimborazo se retiren para dejar en
mayor libertad a los diputados, suspensión de las
hostilidades en todo el Ecuador y evacuación del
territorio del Guayas de las tropas del gobierno
de Quito, pero no hubo éxito.
Rocafuerte envió a sus comisionados para arre-
glarse con Valdivieso, propuestas y contrapro-
puestas y duras condiciones del general Barriga
que había ocupado Babahoyo hicieron que las
conferencias fracasaran. Valdivieso pretendía
ser el pacificador, se insistía en la salida de Flores
del país, no se podía porque estaba ya nombrado
Jefe de las fuerzas convencionales, mientras que
Rocafuerte se indignó que el gobierno de Quito
haya nombrado beneméritos a los traidores los
chihuhuas Franco y Oses. Todo parecía imposi-
ble reconciliar y las armas lo decidieron todo, en
dos horas con el triunfo de Flores en Miñarica,
cerca de Ambato derrotaron a las tropas indisci-
plinadas y heterogéneas de Barriga, los conven-
cionales triunfaron sobre los restauradores, en
acción sangrienta.

Mientras esto ocurría el Jefe Supremo adminis-
trativa el Departamento de Guayaquil con celo y
actividad, hizo perseguir a los vagos, y les obligó
a atender el aseo urbano, organizó la policía, y
las oficinas públicas, rebajó los derechos de puer-
to y anclaje a los buques mexicanos, suprimió el
tributo de indios de la costa, controló los abusos
del priostazgo, declaró libre los derechos de im-
portación de las maquinarais y herramientas ne-
cesarias para las minas y la agricultura, la buena
recaudación en las aduanas y estableció el juicio
de jurados en las causas criminales.

La noticia de la derrota de Miñarica causó en
Quito las más amargas lamentaciones de los
gobernantes, capitanes del ejército y del pue-
blo que deliraban ante santos e imágenes. La
convención de Quito abrió sus sesiones lúgu-
bres y de duelo y con desesperación decretó
la muerte del Ecuador, acudiendo al peregrino
arbitrio de incorporarlo como provincia de la
Nueva Granada.

Flores llegó a Quito el 23 de enero y ocupó la
afligida capital, cambiando los aspectos po-
líticos de los pueblos de bueno o malogrado,
como no podía obrar de otro modo recono-
cieron la autoridad suprema de Rocafuerte,
se celebró el acta el 29 de enero y encargó
provisionalmente a Flores la administración
mientras viniera el Jefe Supremo, Cuenca ca-
pituló ante el general Guerra el 27 de enero
del 1835. Flores impuso contribución de cien
mil pesos a los departamentos vecinos.

Mientras se organizaba el gobierno de Roca-
fuerte el 29 de enero, allá en el lejano Tulcán,
se reunía una facción de 12 diputados de la
Convención disuelta en Quito llamando a al-
gunos suplentes, se instaló nuevamente, nom-
braron funcionarios y empeñados tenazmente
en llevar adelante el acto de incorporación a
Nueva Granada autorizaban a sus comisiona-
dos para que se entendiesen con los gobiernos
de Caracas y Bogotá, ajustar convenios com-
prometiendo las rentas públicas y el crédito
nacional.

Destruida la resistencia, Rocafuerte creyó que
debía darle al país la organización jurídica que
requería mediante una Constitución y se resta-
blezca el pacto social de los ecuatorianos, aún

en Guayaquil el 18 de febrero de 1835 dio el
decreto de convocatoria para la Convención
Nacional que debía reunirse el 1 de junio de
1835 en la villa de Ambato. El artículo tercero
fijó el número de diputados según la igualdad
de representación departamental.

En el Art. 12 la innovación hecha por primera
vez estatuyó que no podían ser electores ni
representantes el Jefe Supremo, los Ministros
del despacho, los de la Alta Corte, los Pre-
fectos departamentales, los Gobernadores de
provincias, los eclesiásticos con jurisdicción
y sus cabildos, los párrocos y sus tenientes y
los militares en servicio activo.

Estas disposiciones en favor de la libertad de
sufragio da independencia a los poderes, se
suscitaron sin embargo murmuraciones sobre
todo de la parte eclesiástica y militar. Se dio
un decreto aclaratorio sobre la exclusión que
hace de algunos individuos el Art. 12 que no
se extiende al venerable estado eclesiástico ni
a la benemérita clase militar, solamente se ex-
cluyó a quienes tenían mando o ejercían juris-
dicción siguiendo los principios del sistema
representativo y el ejemplo de las naciones
libres e ilustradas.

El vicario capitular del obispado de Cuenca
creyó indispensable condenar dos editoriales
publicados en El Ecuatoriano del Guayas que
defendía el Art. 12, mandó la excomunión a
todas las puertas de las iglesias de Guayaquil.
Rocafuerte creyó como provocación y resol-
vió obligar al vicario a suspender la escanda-
losa censura y remoción de su destino, salir
del país y la multa de dos mil pesos.

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Rocafuerte llegó a Quito el 20 de abril de 1835
bajo arcos triunfales y acompañado de las cor-
poraciones y personas notables, asistió a un Te
Deum en la catedral y luego pasó a un banquete
ofrecido por Flores en el palacio del Obispo.

Se instala el gobierno en la capital y nombra Se-
cretario General del despacho al coronel José Mi-
guel Gonzáles. Amenazó a los ecuatorianos que
estaban promoviendo disturbios con la expulsión
definitiva y pérdida de los derechos de ciudadanía
y sus bienes destinados a indemnizar los daños y
perjuicios de sus crímenes, borró del escalafón a
los militares enemigos, restableció el reglamento
de policía. El mandatario se ocupa del arreglo de
las casa de educación, de los cuarteles, de las cár-
celes, hasta abrió el Colegio para señoritas Santa
María del Socorro en la capital.

El 1 de junio estaban ya en Ambato algunos dipu-
tados de la Convención pero faltaron el número
suficiente para instalarla, se reunieron en junta
preparatoria bajo la dirección del General Ignacio
Torres, representante de Cuenca. Fueron elegidos
para ella 45 diputados, 15 por cada distrito.

El 22 de junio se instaló la Convención presi-
dida por el Jefe Supremo acompañado del mi-
nistro General y más de las dos terceras partes
de los diputados a quienes les tomó la promesa,
nos permite apreciar el nexo con el ejecutivo por
provisorio que fuera significaba la preponderan-
cia o predominio del mandatario, su presencia
es evidente en cada una de las deliberaciones y
resoluciones, aunque no esta su presencia física
pero si su gran influjo, es la clara demostración
de la ingerencia cuando no de un manejo de las
voluntades de los asambleístas que dirigían la
Convención. La posición de los asambleístas se
inclinaba a una identificación con el Jefe Supre-
mo y con toda la maquinaria estatal existente y
dentro de ella esta el hombre fuerte vencedor de
las batallas de independencia y de Miñarica y de
su fraternal aliado Olmedo como brazo ejecutor
de la asamblea.

Rocafuerte leyó su mensaje expuso su programa
de gobierno concebido ante las realidades ecua-
torianas, fue directo y enérgico, habló con fran-
queza y severidad incapaz de engañar y lejos de
la oratoria demagógica y paternalista acostum-
brada por nuestros mandatarios gran parte de los
cuales han sabido adular las pasiones populares
o a ciertas instituciones tales como la milicia o el
clero. Hizo una historia de los acontecimientos
que lo elevaron al poder y dio las directrices de
la Constitución sobre la declaratoria de sobera-
nía del pueblo, de la creación de un cuerpo le-
gislativo, de la distribución de los poderes, de la
libertad de imprenta, tolerancia religiosa, había
para el Ecuador la necesidad urgente de redac-
tar una ley fundamental, sencilla, clara, breve y
enérgica, el mayor valor posible al trabajo del
hombre, buenas rentas públicas, buenas costum-
bres, reforma del clero, pureza de sus costum-
bres, educación de los sacerdotes, abolición de
ciertos abusos, disminución de días festivos, fácil
circulación de productos de la agricultura y de la
industria, buenos caminos, reglamentos de peaje,
exención de bagajes, para el comercio abolir los
estancos, monopolios y privilegios y formación
de aranceles sabiamente calculados para impedir
el escandaloso contrabando, la hacienda pública
debe ser el objeto de los desvelos de los diputa-
dos, para solventar el erario nacional, la deuda
interior y exterior, la organización del poder ju-
dicial, la instrucción pública. El momento que un
pueblo conoce sus derechos no hay otro modo de
gobernarlo, sino el de cultivar su inteligencia y
de instruirlo en el cumplimiento de sus deberes:
“la instrucción de las masas afianza la libertad
destruye la esclavitud”. El sistema de educación
debe ser gradual e industrial y que arroje luz sobre
la oscuridad de las masas, que asigne a cada clase
su rango y a cada hombre su lugar, preocuparse
más por la educación primaria que la superior.

Entregó el poder a la Convención Nacional y
abandonó el local de sesiones, esta misma Con-
vención resolvió que el Jefe Supremo Rocafuerte
continué en la administración del Estado en ca-
lidad de Presidente Provisorio y que se arregle
a la Constitución de Riobamba en la parte que

detalla sus atribuciones, deberes y derechos de
los pueblos.

El 24 de junio de 1835 tomó posesión Olmedo
como Presidente de la Asamblea. El 4 de julio
presentó la Comisión de Constitución las bases
sobre las cuales se procedería a la reforma de la
Carta de 1830.

A lo largo de la Convención se siente la omnipo-
tente presencia de Rocafuerte, todo esto se encon-
traba orientado a la consagración en el mando su-
premo. La Convención en pleno funcionamiento
ejercitando la soberanía y con los plenos poderes
se encontraba gestando la maravillosa virtuali-
dad de la democracia con altos y bajos. Con ella
nació la República, libre, independiente y sobe-
rana, en vez del Estado confederado a Colombia,
la división territorial en provincias, cantones y
parroquias, la soberanía reside en la nación y su
ejercicio delega a las autoridades que establece
la carta. Consta de 112 artículos y 3 disposicio-
nes transitorias.

La Asamblea Nacional eligió el 2 de agosto a
Rocafuerte como Presidente Constitucional de la
República y tomó juramento el 8 de agosto de
1835. Olmedo exclamó: “El poder público no es
una propiedad que se adquiere, no es un fuero,
no es un premio que la nación concede, es una
carga honrosa y grave, es una confianza grande
y terrible que lleva consigo grandes y terribles
obligaciones. El ciudadano investido del poder,
no tiene más derechos ni más prerrogativas que
el de tener mayores facultades para hacer el bien,
y la de ser el primero en marchar por la estrecha
senda de las leyes, ni debe proponerse otra re-
compensa que la esperanza de merecer un día,
por su moderación, por su constancia, por su cor-
dial sumisión a las leyes , el amor de sus conciu-
dadanos y la gratitud de la patria”.

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Se inició el nuevo ciclo constitucional de vida de
la República del Ecuador, el primero en nacer en
su patria, el estatuto que guiará su tránsito en el
gran experimento democrático deshojándose de
errores y prejuicios heredados de la colonia. Vi-
cepresidente fue nombrado el riobambeño don
Juan Bernardo de León.

La Constitución fue aprobada el 30 de julio, pro-
mulgada y sancionada el 13 de agosto de 1835
por el Presidente pero que iba a tener vigencia
pocos años porque fue nuevamente vulnerada por
las ambiciones de Flores y se inicia el catastrófico
plan de convocar a asambleas cada vez que exis-
tió un golpe de estado o derrocamiento del man-
datario, con excepción de la de 1843 convocada
por Flores sin haber existido interrupción del sis-
tema democrático y la actual de 2008 convocada
sin haber existido una clara y expresa alteración
de sistema pues le corresponde legítimamente al
poder legislativo realizar reformas o enmiendas a
la carta fundamental.

Esta Constitución le da por primera vez al Ecua-
dor la fisonomía de Estado autónomo, indepen-
diente y soberano, por lo que consideramos como
la primera Constitución política de la República
del Ecuador, conceptos universales, modernos,
producto de la ilustración, adelantándose a su
época.

Al aprobar la Constitución, se confirma el pac-
to social entre los ecuatorianos, salir del caos y
arribar a la convivencia civilizada en la que el
poder esta sometido a ley, al servicio de la paz,
el orden y el respeto a las prerrogativas de todos,
garantizando los derechos de los ciudadanos, Ro-
cafuerte inicia el período civilizador, cimentando
las bases de la sociedad política y jurídicamente
soberana organizada bajo el imperio de las leyes
y autoridades, afirmando la identidad nacional
por eso Rocafuerte es el verdadero fundador de
la República del Ecuador.

La presencia de Rocafuerte en el poder fue po-
sitivo, fue el civilizador, se abren con él nuevos
rumbos en la administración pública, el Ecuador

comienza con él su vida en el concierto de las
naciones americanas con orientación humanista
sediento de progreso, su larga experiencia y co-
nocimiento de la estructura, la organización del
Estado, su paso por México, Estados Unidos y
Europa serían los avales de la gestión a desem-
peñar en la presidencia, llevó con mano dura al
extremo de ordenar fusilamientos y penas corpo-
rales consecuencia del signo de aquellos tiempos,
pues se trata del hombre y sus circunstancias.

La intuición ideológica y pragmática de Roca-
fuerte tiene vigencia para el Ecuador y para His-
panoamérica, se adelantó siglo y medio en sus
concepciones, pero lamentablemente no han sido
aprovechadas sus enseñanzas o principios que es-
tán en sus libros. Rocafuerte el más ilustre de los
mandatarios, caracterizado por la identificación
con los más altos valores del espíritu humano,
por su inquebrantable y férrea voluntad, por su
dinamismo creador, por su gran cultura y su for-
midable visión de verdadero estadista, cuya obra
redentora llena de admiración emoción y fe, de
ahí su grandeza, por eso para Gosselman el ma-
rino sueco que visitó el país señalo que sólo dos
cosas eran importante en el Ecuador: “el Chim-
borazo y el Presidente Rocafuerte”.

Nosotros en actitud reverente rendimos el home-
naje de gratitud al héroe máximo de la naciona-
lidad ecuatoriana. Gloria eterna Rocafuerte, la
Patria te venera.

La presencia de
Rocafuerte en el
poder. Fue positivo,
fué el civilizador, se
abren con él nuevos
rumbos en la admi-
nistración pública(...)

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