62
EDUCACIÓN
Revista de la Universidad de Guayaquil Nº 112,
Enero - Abril 2012, ISSN 1019 - 6161
Dr. Franklin Salazar Savinovich
Profesor titular de la Escuela de Sociología. Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Guayaquil.
Diplomado en Educación Superior
Doctorado en Jurisprudencia
E-mail: franklinvsalazar@hotmail.com
formación y pertinencia, cambiando de actitud y va-
lores, regresando a una comunidad de aprendizajes
integrada por todos los actores universitarios, propi-
ciando una nueva cultura universitaria.
El nuevo rol del docente debe imponer una innovadora
relación profesor-estudiante, que al transformar una -
losofía y paradigma educativo, cree una nueva cultura
universitaria. Lograr un estudiante que busque más el co-
nocimiento y el aprendizaje, que la misma calicación;
que busque una profesión con vocación y paciencia y no a
la carrera y por conveniencia; un estudiante con una ver-
dadera orientación cientíca para escoger su profesión y
no confundirse; un alumno que en el futuro sea un verda-
dero cuadro diligente para el desarrollo nacional. La crisis
de la calidad de la educación, se debe a esta dicotomía:
la relación profesor-alumno. Se busca una nueva rela-
ción, donde el sujeto que enseña, el profesor, y el que
aprende, el alumno, sean aprendices permanentes y pro-
tagonistas de una aventura e investigación educativa. El
informe Delors, consideró que el cometido fundamental
del docente en la educación para el siglo XXI, se resume
en “transmitir la ación al estudio”.La relación autori-
taria, de etnocentrismo académico y de pavo real de
la cultura, debe desaparecer en el docente, por ser
contraria a la esencia de la enseñanza, basada en el
respeto al que aprende. Muy a pesar, que la vecindad
con el otro ser humano, está desapareciendo; hoy la
nueva cultura dominante, nos exige una estrecha ve-
cindad con los aparatos electrónicos, especialmente
el teléfono y la computadora, esos son nuestros ma-
ravillosos vecinos actuales.
El nuevo rol del docente, también tiene que ver con
el papel que juegan las tecnologías de la comunicación
y la información, aplicada a la educación superior, las
cuales ayudan a enriquecer el radio de acción del do-
cente. Lo que no hay que permitir es que una sobreva-
loración de estas herramientas produzca un detrimento
en el papel del docente. No olvidemos que en clase, el
que enseña es el profesor y no el instrumento, que es un
medio de apoyo a su labor y no un sustituto del mismo.
Los docentes de “agenda”, que utilizaban las metodolo-
gías tradicionales y la educación bancaria, pertenecen
al pasado. El diálogo profesor-alumno tiene suma im-
portancia en las nuevas relaciones de enseñanza-apren-
dizaje. La educación tiene que ser más participativa y
horizontal; tanto el profesor como el alumno participan
en las nuevas formas de enseñar y aprender. El proyecto
de clase tiene que ser fundamentalmente participativo,
con los avances de la ciencia y la tecnología, la cultura
globalizada y los nuevos escenarios educativos. Juntos
participar en la actualización de los conocimientos y
búsqueda de mejor y mayor información cientíca para
incorporarse en interacción con los alumnos. El libro
impreso seguirá siendo el principal instrumento del pro-
fesor, porque es difícil reemplazar a la lectura, que se
hace en el papel o en pantalla, es la mejor actividad en
el aprendizaje y el desarrollo cognitivo.
El nuevo rol del maestro, no requiere de cambios cos-
méticos: la tiza por el marcador, o el pizarrón por un
televisor o proyector; sino en los patrones de conducta
de los docentes, en los nuevos conocimientos, basada
en la nueva visión y dimensión del aprendizaje globa-
lizador y la mundialización de la cultura. Las compe-
tencias andragógicas y el nuevo rol del docente uni-
versitario, tienen que ver también con el diseño de los
nuevos programas de estudio, en función de los nuevos
conocimientos y tecnologías del proceso de enseñan-
za-aprendizaje. Los estudiantes deben aprender, no lo
que el profesor sabe, sino lo que la sociedad necesi-
ta que aprenda, y, por tanto, esos conocimientos de-
ben evidenciarse en el programa académico o sílabo.
La educación superior de hoy, no está centrada en
el profesor como sujeto que enseña, sino en el que
aprende, en los aprendizajes, este cambio fue una
verdadera innovación educativa, conocida como “la
revolución copernicana” en pedagogía.
Le es pertinente al docente universitario, que no es
especialista en áreas pedagógicas, tratar de incur-
sionar en esos saberes y de ser posible alcanzar su
profesionalización, porque este desfase, entre pro-
fesor no pedagogo y un buen proceso educativo, tie-
ne bastante que ver con la calidad de la enseñanza
superior y la del egresado.
Por último, este nuevo siglo exige un profesor de calidad, no
solamente con vastas competencias académicas y cientí-
cas, como lósofo, visionario y sobre todo investigador; sino
que en su actividad docente se identique con conductas
morales y éticas que evidencien su calidad docente, plura-
lismo ideológico y respeto a los demás. La más benecia-
da con el nuevo desempeño docente del profesor
universitario, es la calidad de la enseñanza, la mo-
dernización académica, la comunidad universitaria
y la sociedad ecuatoriana.
Artículo recibido: 07/02/2012
Fecha aprobado: 13/04/2012