Fístulas Enterocutáneas- Manejo Clínico- Quirúrgico
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Revista de la Universidad de Guayaquil Nº 113,
Mayo - Agosto 2012, ISSN 1019 - 6161
manejo de antibióticos, el soporte nutricional,
el control del gasto de la fístula y el cuidado de
la piel.
La caracterización de la fístula no sigue un es-
quema aceptado, con frecuencia se hace según
la localización anatómica (proximal o distal,
simple o compleja, y presencia o ausencia de
obstrucción distal). El drenaje de las colecciones
puede lograrse en la mayoría de los casos bajo
control ecográco o con TAC.
Un dato importante en la caracterización es la
cuanticación del gasto stuloso. Generalmente
se consideran de alto gasto las de más de 500ml/
día. El cuidado de la piel que rodea la fístula es
importante para evitar la irritación que provoca
el contenido intestinal, y que diculta la coloca-
ción de dispositivos que permiten la protección
de la piel y la recogida, y cuanticación exacta
del gasto stuloso. Con personal de enfermería
experto pueden lograrse resultados sorprenden-
tes. Aunque es notorio que la tasa de cierre es-
pontáneo es mayor en las fístulas de bajo gasto,
no está claro que reducir el gasto de la fístula
promueva el cierre espontáneo de ésta.
Estabilización Metabólica
Los principios generales de soporte son simila-
res a los del intestino corto. Inicialmente debe
realizarse un balance hidroelectrolíticos con una
cuanticación del gasto de la fístula. En fístulas
de alto gasto es frecuente la hiponatremia y la
deshidratación. Las pérdidas de cloro, potasio y
bicarbonato dependen de la localización de la
fístula.
En principio debe mantenerse al paciente con
dieta absoluta y suero salino IV en cantidad su-
ciente para su rehidratación y para reducir la
sensación de sed. Se incluirá potasio y magne-
sio según las necesidades. Puede mantenerse la
rehidratación IV con un aporte extra de 1 litro
sobre las pérdidas hídricas medidas.
Una vez que el paciente se encuentra estable,
pueden introducirse líquidos orales, en prefe-
rencia soluciones rehidratantes orales, hasta
1 litro al día. No deben administrarse agua ni
líquidos hipotónicos por vía oral, ya que éstos
aumentan las pérdidas de sodio por el estoma,
al provocar la secreción de sodio hasta alcanzar
una concentración de unos 100mMol/l en la luz
intestinal.
Se administran dosis altas de inhibidores de la
motilidad, como loperamida 40mg/día o codeína
30mg/día. Pueden administrarse 30 minutos an-
tes de la ingesta. La loperamida en dosis de 2-8
mg/6h se usa de preferencia, por carecer de los
efectos sedantes de la codeína. Como la lopera-
mida tiene circulación enterohepática, que está
alterada en estos pacientes, puede ser necesario
usar dosis más elevadas que las habituales. Para
reducir la secreción gástrica pueden utilizarse an-
tagonistas de los receptores H2O inhibidores de la
bomba de protones, cuando las pérdidas por el
estoma superan a la ingesta oral de líquidos.
Somatostatina y Análogos
La somatostatina se ha utilizado desde la década
de los 80 para el control del gasto de las fístu-
las enterales por sus efectos inhibidores de la
secreción gástrica, pancreática e intestinal. Su
vida media corta, 1,1-3min, obliga a la adminis-
tración en perfusión IV contínua.
Los análogos de la somatostatina octreótido
y lanreótido tienen una vida media más larga,
para el octreótido 90-120 min, lo que permite
su administración subcutánea, 100µg, dos o tres
veces al día, y su utilización en pacientes ambu-
latorios. La secreción disminuye tras cada dosis,
pero comienza a aumentar pasadas 4 horas. La
somatostatina en perfusión no presenta el incon-
veniente de la uctuación de la secreción gas-
trointestinal.
Los benecios potenciales de la somatostatina
son la reducción del gasto de la fístula, que fa-
cilita el manejo y el bienestar de los pacientes.
Son escasos los efectos adversos a corto plazo,
como diarrea, rubefacción, taquicardia, dolor
abdominal e hiperglucemia.
Soporte Nutricional
Los primeros pacientes quirúrgicos que se bene-
ciaron de la nutrición parenteral a nales de la
década de los 60 fueron pacientes con fístulas
intestinales, que de otro modo hubieran falleci-
do al permanecer durante semanas o meses en
ayuno. Sin embargo, la aparición de esta medida
de soporte, aunque ha permitido la superación
de períodos prolongados de ayuno, y una mayor
tasa de cierre espontáneo, no ha supuesto un
descenso signicativo de la mortalidad con res-
pecto a las de los años 70.