Revista Universidad de Guayaquil 65
crítica al paradigma del marketing tradicional
angloamericano que prácticamente hace tamba-
lear las débiles bases del mismo. Pero, sin em-
bargo, estos autores no presentan propuestas de
reemplazo que vayan a la esencia del problema y
ni siquiera resuelvan las siguientes incógnitas de
toda organización comercial: ¿qué vendemos?,
¿a quién se lo vendemos?, ¿por qué se lo vamos a
vender? y ¿para qué se lo vamos a vender?
Una crítica más actual a la aleatoriedad del
marketing tradicional, proviene del campo de
la neurociencia aplicada al marketing, o como
muchos lo denominan ‘neuromarketing’
V
y viene
por parte del ‘gurú’ del ‘neuromarketing’ Mar-
tín Lindstrom (2009), quien arma: “pero si esas
estrategias todavía sirven, entonces ¿a qué se
debe que 8 de cada 10 productos fracasen en
los primeros meses luego de su lanzamiento? En
Japón, los productos nuevos fracasan a una tasa
lamentable de 9,7 cada 10.” (Lindstrom, 2009:
24). Rearmando nuestra hipótesis del fracaso
del marketing clásico.
El problema es esencial, y por su complejidad
no ha sido abordado decididamente por el mar-
keting, ya que los signicados de las cosas son
esquivos y se alojan a nivel de la inconsciencia
de las personas, pues, en los primeros siete años
de vida los humanos grabamos la mayoría de los
signicados de las cosas y estos son memoriza-
dos en el cerebro límbico, lo que implica que
quedan en la inconsciencia de las personas. Por
esta razón, es difícil que las personas al ser inda-
gadas o consultadas especícamente acerca del
signicado real de algo (que incluye aspectos
racionales, pero fundamentalmente vinculares y
emocionales), sepan denir ese signicado con
palabras. Esto ya había sido identicado en 1937
por Herbert Blumer (1982) a partir del interac-
cionismo simbólico. El mismo autor es quien nos
avisa que los signicados o bien son ignorados
o en el mejor de los casos integrados a la cosa
en cuestión. Coincidimos con Blumer5 (1982) en
que el signicado no solamente es el centro del
problema, sino que en particular para el marke-
ting debiera ser considerado como la cuestión
esencial. Ahora, ignorarlo o tomar al signicado
como parte de algo, o trabajar con tan solo con
los motivadores (drivers) como lo hace el marke-
ting tradicional equivale a falsear el comporta-
miento del consumidor. Restarle la importancia
que merece la identicación, interpretación y
estudio detallado de los signicados en la men-
te del consumidor y en la mente del mercado,
sin lugar a dudas constituye una lamentable e
imprudente negligencia acerca del papel que
el signicado genera en el comportamiento del
consumidor. Quiere decir que de seguir trabajan-
do de esta manera, sin identicar, interpretar y
analizar los signicados llevará a las organizacio-
nes y empresas a lo que nosotros denominamos
‘la segunda miopía del marketing’, que en la ac-
tualidad es, sin dudas, la principal causa de los
fracasos mercadológicos. La primera miopía la
denunciaba Theodore Levitt (1960) cuando ar-
maba que las empresas no sabían en que nego-
cio estaban. En esta ‘segunda miopía’ nosotros
denunciamos que las empresas tampoco saben
lo que realmente venden. Esta miopía nos avisa
que en realidad la gran mayoría de las empresas,
de hoy día, no saben a ciencia cierta qué es lo
que venden. Ya que el signicado de los produc-
tos es lo que realmente compra el consumidor,
y este está alojado en lo profundo de su mente.
Es más podríamos armar que: ‘el producto no
existe en la mente del consumidor, lo que si
existe, es su signicado’.
No interpretar el signicado de los productos
para los segmentos del mercado objetivo de la
empresa puede signicar un rotundo fracaso
para la empresa. Pero, también se trata, si se
quiere, de una verdadera estafa económica-so-
cial. Y en un entorno como el actual, es real-
mente grave producir algo indebido, incluso de
manera prolija y destacada, ya que si no es lo
que realmente deberíamos producir estamos la-
pidando recursos en lugar de generar nueva y
legítima riqueza, por lo que la interpretación de
los signicados se constituye fundamentalmente
como una cuestión de ecacia y verdaderamente
esencial de la empresa. Es decir, la empresa del
siglo XXI debe producir lo que realmente valora
el consumidor para un determinado signicado,
y no producir maravillosamente bien cosas que
no debería estar produciendo. Para interpretar
los signicados tenemos primero que compren-
der que los mismos son construcciones (cons-
tructos) mentales que se generan en el cerebro
‘triuno’ de McLean (1993) que incluye al cerebro
reptílico, límbico y el neo-cortex y que tienen
V Nota del autor: no estamos de acuerdo con el término neuromarketing, ya que la neurociencia es, en realidad, otra
de las fuentes del saber del marketing, junto con la: losofía, semiótica, antropología, sociología, psicología y el compor-
tamiento del consumidor.
Los signicados de los productos en las bases de la empresa