Aatoxinas en los alimentos
Revista Universidad de Guayaquil 33
comprenden bien. La falta de agua, temperatura
demasiado alta, y daños causados por insectos en
la planta huésped son los principales factores que
determinan la infección por mohos y la producción
de toxinas. De forma similar, las diferente- eta-
pas de crecimiento de cultivo, la poca fertilidad,
grandes densidades de cultivo, y la competitividad
entre hierbas, se han asociado a un crecimiento
fúngico y a una producción de toxina mayor.
La formación de aatoxinas también se ve afectada
por el crecimiento asociado de otros mohos y micro-
bios. Por ejemplo, la contaminación con aatoxi-
nas antes de la cosecha en cacahuetes y maíz se
ve favorecida por las altas temperaturas, períodos
de sequía prolongados y alta actividad de insectos.
Mientras que la producción de aatoxinas después
de la cosecha en cacahuates y maíz se ve favorecida
por temperaturas cálidas y humedad alta.
Efectos en la salud humana
Los brotes de aatoxinas en animales de granja se
notican en muchas partes del mundo. En estos
brotes, principalmente es el hígado el que se ve
afectado, incluso en estudios experimentales con
animales, incluyendo primates no humanos. Las
lesiones agudas de hígado, caracterizadas por la
necrosis de los hepatocitos y la proliferación bi-
liar y las manifestaciones crónicas pueden incluir
brosis. Un nivel de aatoina en el pienso tan bajo
como 300 ug/kg puede incluir aatoxicosis crónica
en cerdos en 3-4 meses.
La aatoxina 81 es un carcinógeno del hígado en
al menos 8 especies entre las que se incluyen pri-
mates no humanos. Se han establecido relaciones
dosis¬respuesta en estudios con ratas y truchas
arco iris, con un 10% de incidencia en tumores que
son esperables en niveles de aatoxina 81 de 1 µg/
kg, y 0.1 µg/kg, respectivamente. En algunos es-
tudios se han observado carcinomas de colon y de
riñón en ratas tratadas con aatoxinas.
La toxicidad aguda y la carcinogenicidad de las
aatoxinas es mayor en ratas macho que en hem-
bras; puede que las implicaciones hormonales sean
las responsables de esta diferencia ligada al sexo.
El estado nutricional de los animales puede modi-
car la expresión tanto de la toxicidad aguda, como
de la carcinogenicidad, o de ambas.
Hay poca información acerca de la asociación de la
hepatoxicidad aguda en el hombre con respecto a
la exposición a aatoxinas, pero se han encontrado
casos de daño agudo del hígado que posiblemente
puedan ser atribuidos a aatoxicosis agudas. Un
brote de hepatitis aguda en distritos adyacentes
de dos estados vecinos en el noroeste de India, que
afectaron a varios cientos de personas, aparente-
mente estaban asociados con la ingestión de maíz
altamente contaminado. Algunas de estas mues-
tras contenían niveles de aatoxina en el rango de
mg/kg, en el que el mayor nivel registrado fue de
15 mg/kg.
El cáncer de hígado es más común en algunas
regiones de África y del sudeste asiático que en
otras partes del mundo, y cuando se considera la
información epidemiológica junto con los datos
de experimentación en animales, parece qu¬e
una mayor exposición a las aatoxinas puede in-
crementar el riesgo de cáncer primario de hígado.
Datos conjuntos de Kenia, Mozambique, Swazilan-
dia, y Tailandia muestran una correlación positiva
entre la ingesta diaria de aatoxina con la dieta
(en el rango de 3.5 a 222.4 ng/kg de masa corporal
por día) y la tasa bruta de incidencia de cáncer
primario de hígado (en el rango de 1.2 a 13.0 casos
por 100000 personas por año). También hay alguna
evidencia de la circunstancia vital en la etiología
de la enfermedad.
En vista de la evidencia que concierne a los efec-
tos, particularmente al carcinógeno, de las aa-
toxinas en varias especies animales, y en vista de
la asociación entre los niveles de exposición y la
incidencia en humanos de cáncer de hígado obser-
vada en algunas partes del mundo, la exposición a
aatoxinas debería mantenerse tan baja como sea
posible en la práctica. Los niveles de tolerancia
para los productos alimenticios que se han esta-
blecido en varios países deberían entenderse como
una herramienta para facilitar la implementación
de los programas de control de las aatoxinas, y
no como unos límites de exposición que necesaria-
mente aseguran la protección de la salud
En nuestro país las investigaciones que se han
efectuado sobre la presencia de Aatoxinas en
los alimentos y su efecto en la salud humana son
muy pocos. Sobresalen los trabajos del Dr. Gonzalo
Sierra Briones (Universidad Agraria), que en 1994
comprueba que en algunas muestras de alimentos
tomados al azar en un mercado de carnes, vísceras
y alimentos procesados había Aspergillus avus.
También el Dr. Ramón Lazo (Universidad de Guaya-
quil), a partir de 1965 hace estudios investigativos
no solo de Aspergillus sino de otras micotoxinas
provenientes de otros géneros de hongos y su in-
cidencia en la salud humana. Así mismo encontra-
mos diversos trabajos del Dr. Jefferson Aragundi