¿Por qué el Ecuador debe dar su
adhesión al Tratado Antártico
antes de 1991?
Por: Dr. Jorge W. Villacs Moscoso.
El Ecuador debe dar su adhesión al Tratado Antártico de
1959, como m edida más directa para tener en el futuro el dere
cho de reclam ar sus reivindicaciones territoriales en la A n tárti
da, ya que en 1991, concluirá la vigencia del antes m encionado
Tratado y, existe la posibilidad de que los requisitos que se exi
girán a partir de ese año para la adhesión de nuevos Estados, se
rán más rigurosos y difíciles que los actuales en vigencia.
Se exigirá no sólo el envío de una expedición o la instala
ción de una base refugio, com o lo dispone el actual Tratado,
sino mayores contribuciones de carácter financiero o políticas.
En un artículo intitulado: El Ecuador y el T ratado A ntár
tico publicado en la edición del 21 de Octubre de 1983, del
diario El Universo , denuncié, que el Tratado A ntártico, docu
mento que aparecía en las primeras listas que se dieron a cono
cer por la prensa, estuvo destinado a ser considerado p o r la Cá
mara de Representantes para su ratificación; pero, desde esa fe
cha hasta la actual, tanto en el pasado Congreso com o en el pre
sente, no ha sido considerado.
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En el m encionado artículo, expresé, que la Comisión de
Asuntos Internacionales del Congreso anterior, recom endó la
adhesión del Ecuador al T ratado A ntártico, expresando en la
parte resolutiva: que la Cancillería al m om ento de la adhesión
al Tratado A ntártico, form ule expresa declaración por la cual re
serven los derechos de soberanía ecuatorianos sobre el C onti
nente A n tártico .
No conocem os las razones que haya tenido el pasado
Congreso ni el actual, para no ratificar el m encionado Tratado,
com o lo han hecho inclusive otros Estados, com o el Perú, según
lo anunció el 9 de O ctubre de 1983, su Marina de Guerra^ que,
una vez dada su adhesión, realizará una expedición a la A ntá rti
da a fin de que se reconozcan sus derechos en el Sexto Conti
nente.
¿Qué espera el Ecuador?. Esta sería la pregunta que se p o
dría hacer a los actuales Representantes al Congreso Nacional,
que el Perú o Chile to m en nuestro sector en ese C ontinente, ya
que los ecuatorianos no lo hemos hecho en la debida o p o rtuni
dad.
Hay que reconocer que, para ciertos ecuatorianos, sean és
tos R epresentantes, diplom áticos o periodistas, la Declaración
de la Asam blea Constitu yente de 1967, proclam ando derechos
en el Sexto C ontinente, es u n gran disparate, tan disparate como
la proclam ación que hizo el Ecuador en 1966 de la tesis de las
2 0 0 millas de m ar territorial, en contraste con la posición del
Perú, que para los diplom áticos y periodistas de ese país tales
actos son m uy sensatos y patrióticos.
CARACTERISTICAS DE LA A N TA R TID A
El C ontinente, es una vasta región, casi circular, de diez m i
llones de kilóm etros cuadrados y un diám etro casi el doble de
la anchura de Europa, tanto como Sur América. Posee zonas
montañosas de hasta cinco mil m etros de altura y el Polo Sur es
tá situado sobre una m eseta de tres mil m etros de altura sobre el
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nivel del m ar y cuya superficie sólo conocem os en una m ínim a
parte, puesto que, que no ha sido observado sino en form a frag
m entaria y po r avión.
Una península m ontañosa m uy escarpada de 1.500 kilóm e
tros de longitud, avanza hacia el no rte en dirección de las m o n
tañas de los Andes y quizá como un a prolongación de los mis
mos.
En la gran B ahía llamada Mar de Ross, el caparazón de hie
lo es de 200 a 350 m etros y su superficie de más de 600 kilóm e
tros desde el litoral y cubriendo un área de más de 750 kilóm e
tros de extensión. Esta enorm e masa avanza hacia el mar a ra
zón de un m etro por día y, tras esta concha de hielo, grandes
masas congeladas cubren el m ar p o r miles de kilóm etros y en to
das direcciones.
D urante la oscuridad del invierno (Junio y Ju lio), el frío es
intenso. La m áxima registrada es de 64 grados C, bajo cero, en
el m ar de hielo que envuelve el C ontinente, es relativam ente
tem perada, si se com para con los 75 ° C, bajo cero, m edidos en
la alta m eseta polar.
La breve y la escasa tem peratura de los veranos, im piden el
crecim iento de la vegetación floral. Dos especies bastantes raras
se conocen: una clase de hierba y u n clavel, pero , en las área ro
cosas expuestas al sol, aparecen a veces los musgos y liqúenes
verdes y marrones. La fauna, que tal vegetación puede m ante
ner es muy baja, algunos insectos, com o la mosca de agua y el
gorgojo.
Alimentados po r el plancton, viven cantidades enorm es de
camarones pequeños, quisquillas de las que a su vez se alim entan
muchas clases de peces y entre otras las focas y ballenas.
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LA A N TA R T ID A . CONTINENTE RICO EN URANIO Y DE
G RAN VALO R ESTRATEGICO.
La A ntártida está rodeada p or un m ar en continua agita
ción y po r enorm es cam pos de hielo perpetu am ente en movi
m iento. Las tem peraturas, ex trem adam ente bajas y los vientos
huracanados capaces de levantar y arrastrar consigo a los hom
bres, hacen la región inhabitable. Los únicos habitantes del con
tinente blanco son los pingüinos y las morsas.
Por el contrario, la A ntártida ha revelado ya la existencia
de yacim ientos valiosos: carbón, cobre, plata, plom o, m angane
so. Ciertos síntom as indican la existencia de petróleo, Y, d eter
minadas particularidades geológicas revelan una curiosa simili
tu d co n form aciones australianas que contienen Uranio.
A la hora actual, la explotación de estas riquezas supone
esfuerzos casi insuperables. Pero, la H um anidad piensa en el
porvenir. Hace cincuenta años, los territorios polares no intere
saban a nadie: ni en el plano económ ico ni en el estratégico.
Hoy, po r el contrario, una opinión generalizada ve en estas vas
tas regiones, u n campo posible de la III Guerra Mundial.
Y, es precisam ente este punto de vista en el que, a buen se
guro, se originan la com petición internacional que está enfren
tando a las once Potencias que se dispu tan hoy, la posesión de
este misterioso C ontinente.
EL DESCUBRIMIENTO DEL ANTAR TICO .
El Continente Blanco fue descubierto merced a conjeturas
teóricas. A nteriorm ente, los geógrafos de la A ntigüedad h a b ían
sospechado su existencia en el extrem o sur del Planeta, de un
misterioso y enorm e C ontinente, llamado a m antener el equili
brio del M undo . En el siglo XVI, diversos navegantes, que el
viento había arrastrado fuera de sus rutas, habían creído divisar
en las extrem idades meridionales del Globo las costas de un in
menso territorio, pero, to d a tentativa de investigación veía su
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camino cerrado po r la m ano de u n verdadero m onstruo geológi
co: la presencia del gigantesco bloques de hielo a la deriva, que
constitu ían un a amenaza terrible contra los débiles embarcacio
nes de la época.
El prim er gesto de audacia se produce en 1739: la Compa
ñía de las Indias, encarga a u n intrépido hom bre de m ar: el Ca
pitán J.B.P. Bouvet, el reconocim iento de la térra australia in
cógnita . Bouvet creyó demasiado pro nto haber dado feliz tér
mino a su misión. En realidad, sólo había descubierto una isla,
que es la que lleva hoy su nom bre.
Una segunda experiencia no fue más afortunada: Yves de
Korguelen no obtiene grandes resultados en una prim era te ntati
va de exploración. Pero, durante u n segundo viaje, él llega a sos
pechar de la existencia de grandes extensiones de tierra, a las
que quiso llamar La Francia del S ur.
Nuevas expediciones se organizan, entre ellas m erecen des
tacarse la del Capitán Jam es Cook (británico), pero, sus intentos
de pasar la barrera de hielo fracasaron, tanto en 1773 com o en
1774. En 1820, fue vista por pirm era vez la tierra, por el Capi
tán americano Nathaniel Palmor y por el británico, Capitán Ed-
ward Bransfield, ambos hicieron rum bo al sur desde las Islas
Shetland y vieron las montañas de la Península alargada que se
extienda hacia el norte. En dicho año, el A lm irante ruso Fabián
von Bellinghausen, navegó po r aquellas aguas, rodeando la m itad
del Continente con el descubrim iento de la extensa isla de Ale
jandro I.
Pasaron 75 años sin que nadie desembarcara en el Antárti-
co, hasta que dos años más tarde, el barco belga Bélgica , pasó
por prim era vez tod o el invierno en el hielo.
Uno de los com ponentes de la expedición y el prim er hom
bre de ciencia que inform ó sobre el fenóm eno del A ntártico, fue
el m eteorólogo am ericano Henryk A rctow ski.
La iniciación con carácter general exploratorio de los estu-
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dios científicos tuvo lugar en 1901 y en 1904, bajo los auspicios
de la Expedición Nacional Británica del Antártico a las órdenes
del Capitán R obert Falcon Scott, que recorrió la alta m eseta si
tuada al oeste del Mar de Ross y alcanzó un pun to situado a 463
millas del Polo Sur. El mismo año tuvo lugar una expedición
alem ana y otra sueca, que realizaron algunos estudios cerca del
litoral.
La expedición británica, dirigida por Ernest Schachelton,
alcanzó el 9 de Enero de 1909, u n lugar situado a 155 kilóm e
tros del Polo en la m eseta de 3.000 metros de altura, hasta que
fue obligada a regresar, po r las tem pestades y la falta de alim en
tos. Un grupo noruego, encabezado p or Roald A m undson, lle
gó al Polo Sur el 14 de Diciembre de 1911, 35 días antes tan só
lo que la malograda expedición escocesa, cuyos com ponentes p e
recieron durante el regreso. Sus restos y anotaciones científicas
fueron encontradas a la llegada de la prim avera siguiente.
Las expediciones escocesas fueron patrocinadas por la Real
Sociedad Británica y po r la Real Sociedad de Geografía, p ro d u
ciendo com o resultado num erosas observaciones científicas, que
a la larga han sido m ucho más fructíferas que la hazaña misma
de haber alcanzado el Polo.
LUCHA DE LA S G RAND ES POTENCIAS POR LA POSESION
DEL SEX TO CONTINENTE.
A fines del siglo XIX, la m irada de Europa se clavó sobre
Africa. Esa actitud no era la de un continente que dirige una
m irada amistosa a otro continente vecino, Africa fue cortada co
mo una gigantesca presa y repartida entre Francia, Inglaterra,
Bélgica, Italia, España, Portugal y Alemania. Solam ente dos Es
tados africanos lograron conservar m ilagrosam ente su indepen
dencia: Abisinia y Liberia.
Poco más del m edio siglo después del reparto del C ontinen
te Negro, u n nuevo co n tin ente aparece ante los ojos de las gran -
des Potencias: el C ontinente Blanco o la A ntártida.
gg
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Los diplom áticos del siglo XX, parecen llamados a la tarea
de repartir este Sexto y últim o Continente, que había sido con
siderado durante siglos como tierra de nadie y que brusca
m ente despierta la rivalidad entre once países.
El reparto del C ontinente Negro se efectuó en el siglo pasa
do, sin que las Potencias europeas contaran de antem ano con
precisión científica acerca de los territorios que reivindicaban.
Sobre la mesa de las conferencias internacionales, revisando
paralelos y m eridianos, con bastante desdén hacia las realidades
geográficas y étnicas de Africa, fueron trazadas las fronteras de
las futuras colonias europeas. No es imposible, que en el caso
actual del C ontinente Blanco se opere de la misma m anera.
Hasta el m om ento, numerosas pretensiones han sido mani
festadas. C uriosam ente sucede que, varios países que no han
poseído nunca colonias y que dicen sustentar criterios históricos
anti colonialistas, figuran entre los pretendientes al reparto
antártico. Hasta el m om ento, los que reivindican derechos so
bre el C ontinente Blanco, son los siguientes:
Cinco Potencias europeas: Inglaterra, Unión Soviética,
Francia, Noruega y Alemania.
Dos Potencias Oceánicas: Australia y Nueva Zelandia.
Una africana: Africa del Sur.
Y tres países am ericanos: Estados Unidos, Argentina y Chi
le.
Si, en el caso de Africa, se procedió al reparto teniendo en
cuenta los paralelos y meridianos, en el caso de la A ntártida, el
reparto debía de hacerse, procediendo como si se repartiera una
torta: es decir en sectores convergentes en el Polo. La parte más
disputada, es la más vecina al extrem o de América del Sur. En la
disputa entran: Argentina, G ran Bretaña y Chile.
Más, hacia el Este se encuentra el territorio que reclam a No-
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ruega, Queen Maud Land, que com prende un sector reclam ado
a su vez por Alemania, ya que en él se instaló antiguam ente la
Expedición Drygalski, Australia, reclama para sí, Tierra Adelai
da. El sector vecino es reivindicado por Nueva Zelandia, no
sin que los Estados Unidos hayan m anifestado que ellos, a su
vez, se sientan con derecho sobre este pu n to que recibe el nom
bre de Pequeña A m érica , recordando que fue el cam po de
operaciones del explorador Byrd.
Africa del Sur, no ha precisado todavía sus pretensiones.
En cambio, la U nión Soviética, a juzgar p or los mapas soviéticos
en circulación, reclam a u n a extensión muy considerable en los
confines del Océano Pacífico. De una form a .categórica, el G o
bierno ruso ha declarado oficialm ente, que nadie tiene derecho
a proceder en la A ntártid a sin contar con la U nión Soviética.
Existe, en efecto, u n precedente ju ríd ic o : cuando en 1848,
la C onferencia Internacional de Berlín, fijó las reglas de navega
ción sobre el Congo, se tuvieron en cuen ta los intereses de R u
sia, a pesar de que esta Potencia no h ab ía participado en las ex
ploraciones realizadas en Africa. Más previsores que sus antece
sores zaristas, los gobernantes soviéticos han invocado en cuanto
a la A ntártida, su derecho de Descubridores, en atención al h a
ber sido el ruso Bellinghausen, quien habría descubierto en
1820, la Antártida, dos islas de la cual llevan desde entonces los
nom bres de Pedro I y A lejandro I. Con el fin de no dejar las co
sas en el terreno de las simples declaraciones oficiales, Moscú
apoya su argum entación con repetidas visitas al C ontinente
Blanco. Es así, com o el Salava , poderoso ballenero soviético
de 15.000 toneladas, ha realizado 18 viajes hasta la fecha.
FUNDAMENTOS JURIDICOS EN QUE SE B ASA N L AS
POTENCIAS EN DISPUTA, PARA SOSTENER SUS
PRETENSIONES.
El derecho basado en el descubrim iento, lo vienen susten
tando la Unión Soviética, la Gran Bretaña, Noruega, Nueva Z e
landia, Sud Africa, etc.
Al histórico Derecho de Descubrim iento , se opone un
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derecho de reciente invención: especie de derecho de vecindad
invocado por A rgentina y Chile, de acuerdo con el cual estos
dos países pretenden la posesión de los territorios antárticos que
se enfrentan con sus respectivos países. O tro derecho: la ocupa
ción, se basa con cam biar de nom bre determ inados territorios:
Graham L and, ha sido bautizado: Palmer L and, por los
americanos; los argentinos, se han apresurado a bautizar Tierra
de San M artín , un vasto sector. Y, otro país sudamericano,
Chile, ha bautizado ese mismo territorio con el nom bre de su
héroe nacional: O Higgins.
Frente a los sistemas antes expuestos, es decir, de los dere
chos de proxim idad o vecindad y de descubrim iento, a base de
los cuales las grandes Potencias han pretendid o arrogarse la p ro
piedad del Continente Blanco, ha surgido un tercer sistema, p re
conizado por prim era vez por la ilustre científica brasileña Pro
fesora Therenzinha de Castro, M iembro del Consejo Nacional de
Geografía y de la Fundación Osorio, de su país, quien, en un in
teresante estudio publicado bajo el títu lo A ntártica: u n asunto
del m om ento , en la Revista del Club Militar, en el N °. 146 y
reproducido en el B oletín Geográfico, Organo del Consejo Na
cional de G eografía de Río de Janeiro, N °. 142 (Enero Febre
ro 1958), propugna la aplicación del sistema de los sectores p o
lares, en una nueva distribución del territorio antártico.
El sistema o teo ría de los sectores polares, fue idealizado
por el Senador canadiense Pascal Poirier en 1907, con ocasión
de los problemas surgidos en la distribución del territorio ártico.
Según el criterio de la geógrafá brasileña antes aludida, sería más
adecuado este sistema a los dos anteriores, en su aplicación en el
Antártico y, se lo p od ría hacer efectivo, sea m ediante una Con
vención general, tratados bilaterales, arbitraje o sentencia ju d i
cial.
Para su estudio científico y por razones de Geografía P olí
tica, la A ntártida se lo divide en los Cuadrantes Sudam ericano,
Africano, Australiano y del Pacífico. En 1956, el Brasil, por in
term edio del D o ctor Carlos Delgado de Carvalho, Profesor de
Historia Diplom ática del Instituto Río Branco, declaro los dere
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chos del Brasil en la A ntártida, fundando además la teoría de la
D efrontació n y Sectores Polares , señalando además que
otro s países sudam ericanos ten ían igual derecho, entre ellos E-
cuador y, que deb ían ayudar a estos países a sustentar esta tesis,
que sugiere la p ronta partició n de la Antártida.
Consecuente con este principio, en ese mismo año de
1956, en el mes de Ju lio , el Coronel Marcos A. Bustam ante, hi
zo declaraciones en el Diario do N oite , de R ío de Janeiro,
acerca de los derechos ecuatorianos en la A ntártida, enviando en
seguida un Inform e y un mapa a la Cancillería ecuatoriana.
Según conceptos geográficos m odernos de defrontación y
sectores polares, todos, los países sudamericanos con costas
frente a la A ntártida, no im porta la distancia, tienen derecho a
una parte del helado C ontinente. Lo im portan te es que, sean
del Hemisferio sur o austral y que no estén interceptados por
otro país, delante. El sector polar o huso esférico, situado a su
frente, debe pertenecerlo.
En el caso ecuatoriano, po r poseer las Islas Galápagos a
500 millas de las costas continentales y por Convenio T ripartito
de las 200 millas marinas celebradas entre Chile, Ecuador y Pe
rú, a nuestro país le corresponde com o soberanía territorial en
la A ntártida, u n sector com prendido entre los meridianos 848
3 0 m inutos y 95o. 3 0 m inutos de Longitud Occidental, lo que
representa aproxim adam ente 323.000 kilóm etros cuadrados.
Brasil, Uruguay, Argentina, Chile y Perú, serían los demás p arti
cipantes en la distribución del cuadrante frente a la Am érica del
Sur.
El Coronel Bustam ante, al sostener derechos ecuatorianos
en la A ntártida se basaba en el principio de los sectores polares,
teo ría de la defrontación, ya consagrados por el Derecho In ter
nacional, en virtud del cual se hacía dueño el Ecuador de un
triángulo antártico, con la extensión de 323.000 kilóm etros cua
drados.
La palabra defrontación, significa: lo que corresponde al
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'culos publicados por la prensa continental, hicieron valer los de
rechos de conform idad al sistema, de sus respectivos países.
Las últim as adhesiones al Tratado Antártico, han sido las
siguientes:
El Brasil dio su adhesión en 1975.
Uruguay, en 1980.
Perú, el 10 de Abril de 1981.
En el Perú, el Profesor Manuel M edina Paredes, afirmó por
esa m isma época, que el principio de los sectores polares consa
grados po r el Derecho Internacional, hace dueño al Perú de un
triángulo antártico con una extensión de dos millones de kiló -
m etro s cuadrados.
Además, para el catedrático limeño, dos expediciones p e
ruanas partieron desde El Callao al mando del Capitán Pedro
Fernández de Quiroz, en 1594 y en 1605, durante los Gobier
nos de los Virreyes del Perú: García H urtado de M endoza y don
Gaspar de Zúñiga y Azevedo, respectivam ente, hacia la Antárti-
ca, sosteniendo que la llam ada entonces Tierra A ustralis , per
teneció a España desde el siglo XV en m érito de la Bula de Ale
jandro VI ratificada po r una Ley de Carlos V, en 1519 y le de
viene al Perú, por la heredad hispánica el U ti Possidetis Juris de
1810.
Al term inar su exposición, el señor M edina Paredes, m ani
festó: La G eopolítica nos concede u n derecho natural y lógico.
Estos título s, entre otros, refuerzan el principio de los sectores
polares, que es el más fundado de nuestros título s, p ara adjudi
carnos una porción considerable en el Con tinente de la A ntárti
da, que es un em porio de riquezas, como uranio, hierro, carbón,
petróleo, etc .
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EL CONDOMINIO EN EL SECTOR SUDAM ERICANO, ES LA
SOLUCION.
Soy partidario del Tratado del A n tártico y porque su vi
gencia se renove. Es un m odelo de docum ento para prom over la
convivencia internacional. No estoy de acuerdo con la llam ada
tesis de la internacionalización, sino más bien con una más estre
cha colaboración entre los Estados antárticos en el sector geo
gráfico correspondiente, que haría de este sector, más respetable
po r su unidad, p olítica internacional en el Sexto C ontinente.
Esta unidad del bloque sudam ericano, en sus puntos de vis
ta de política internacional de amplia colaboración, no significa
ría ningún atentado con tra la tesis que cada uno de ellos argu
m enta, ya que dejaríam os para otra época el deslinde de ese
condom inio, com o lo diría el Profesor Pablo Fauchille, ya que
el m om ento presente y quizás en u n futuro no m uy lejano, el A n
tártico entrará com o han entrado otras regiones del m undo, en
el juego geopolítico de las Grandes Potencias, recordando que
en 1950, el A rtico fue u n o de los escenarios de la verdadera
Guerra Fría, por no decir Glacial, en tre los Estados Unidos y la
Unión Soviética.
En los últim os tiem pos, la Guerra de las Malvinas, llevó a la
parte sur del A tlántico, vecinas a las posesiones antárticas, a
convertirse en una zona conflictiva y nos dio una o portunidad a
los Estados hispanoam ericanos, para form ar conciencia de nues
tros comunes intereses, que estaban siendo vulnerados y, p o r
eso el firme apoyo a la Argentina. Ejemplo m agnífico de lo que
deberá operar en el futuro, cuando nos m antengam os alineados
en un sólido bloque en la Antártida y no' nido de disputas terri
toriales, que son alentadas por las Grandes Potencias, o, p or las
grandes transnacionales, en su afán de dividir para reinar y, sa
car de estas divergencias, grandes ganancias.
Esta comunidad de intereses en el sector sudam ericano de
la A ntártida con una política internacional propia, será de ga
rantía, cuando cualquiera de las Grandes Potencias quieran sus
cribir Tratados bilaterales con algunos de esos Estados que in-
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tegran el sector sudam ericano, a lo que se opondrían el propio
conjunto de Estados integrantes del sector sudamericano, como
lo prescribía el Tratado co ntinental, suscrito en 1856 en Santia
go de Chile, que condenaba la entrega del territorio sudamerica
no a cualquiera de las Grandes Potencias continentales o extra-
continentales.
Si, en lugar de co nstitu ir una sólida m ancom unidad de in
tereses, como fue el m agnífico ejemplo del Pacto del Pacífico
Sur, que en 1952 llevó a los tres países: Chile, Ecuador y Perú a
innovar el Derecho Internacional Público y por ende el Derecho
M arítim o Internacional, entonces, contradictoriam ente, a este
magnífico ejemplo, tendrem os la tragedia de la que han sido v íc
tim a cuantas regiones del m undo, como la Península de Indochi
na y hoy, Centroamerica, que se han visto convulsionadas por
la presencia de Potencias extrañas a la región.
Las generaciones actuales tienen el privilegio de ser pro ta
gonistas de un a realidad continental, que empuja hacia el cam
bio. Si a ello agregamos, que los Estados sudamericanos form an
un todo geopolítico, ensamblado por la herencia histórica y la
indudable com unidad de objetivos regionales, con el Pacto de
ALADI y el Pacto Subregional Andino, objetivos presentes y fu
turos frente a un orden circundante y a los intereses internacio
nales, que no son coincidentes con los nuestros, podem os aco
tar, que es esta lucha en el ám bito internacional, la que más
com prom ete a nuestros países y les impone co nstitu ir un blo
que sólido en la Am érica y en la A ntártida, es decir: bicontinen-
tal.
Si aspiramos al com ún destino de liberación continental
definitiva, la próxim a centuria nos debe encontrar unidos bajo
el mismo lem a y será éste un acontecer histórico de proyeccio
nes, ya no sólo en la A ntártida ni en la H oya Amazónica, ni en
el A tlántico, ni en el Pacífico, sino un acaecer de proyecciones
universales. Ello supone el progresivo afloram iento a la periferia
po lítica de u n grado de tensión y en frentam iento con los facto
res del Poder internacional, a partir del cual sera posible generar
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el ú l t i m o t r a mo de la independencia del subcontinente.
El enfrentar las dificultades y vencerlas, es lo único que nos da
rá paz, progreso y bienestar.
Tales fueron las ideas que expuse en el ciclo de conferen
cias, que sobre el nuevo derecho del mar y la A ntártida, organi
zó en el Auditorium de la Academia de Guerra Naval, la Direc
ción General de Intereses M arítim os, desde el 28 de Noviembre
de 1984.