Médicos escritores y poetas
del Ecuador
I PARTE
Dr. Luis A. León*
La clase médica del Ecuador, como las de los demás países
de habla española, inglesa, alemana, etc. cuentan con numerosos
escritores y poetas que han dado lustre a las letras de su patria.
En comparación con las demás profesiones libres, en el Ecuador
es, quizá, la médica una de esas que más se ha preocupado por
el conocim iento y desarrollo de la cultura nacional y universal,
sin dejar por esto de ejercer su apostolado profesional y aportar
con sus estudios y experiencias al desarrollo de las ciencias mé
dicas, biológicas y sociales.
En la producción bibliográfica de los galenos ecuatorianos,
además de los múltiples temas propios de su profesión, encon
tram os con gratísima sorpresa, obras que se encuadran en la
mayor parte de los géneros literarios, escritos tanto en prosa
como en verso y subordinadas a las influencias históricas, geo
gráficas, étnicas, educativas, políticas y sociales del país y del
mundo. Los sucesos de las épocas preincásica, incásica, colonial
y republicana, con todos sus triunfos y avatares, han inspirado
a los médicos escribir, leyendas, epopeyas, dramas y páginas de
historia patria. Los diferentes factores geográficos del país tales
como el clima, la altitud, la vegetación, etc. propios de las cua-
* Sociedad Ecuatoriana de Historia de la Medicina.
REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL
tro regiones, insular, litoral, altiplano y trasandina o am azóni
ca, han motivado y han influenciado notablem ente en el espíri
tu y en la m ente del médico. Igualmente, los diferentes grupos
étnicos existentes en el Ecuador, constituidos por indios, mes
tizos, negros, blancos y en un porcentaje mínimo, por chinos,
con sus características psicológicas, ecológicas y culturales, han
producido obras científicas y literarias de diverso contenido y
estilo. Los grandes problemas, peculiares de los diferentes es
tratos sociales, que no han faltado en el país a través del tiem po,
han sido temas favoritos de los médicos ecuatorianos y de los
escritores en general, tratados ya con propósitos sanos y de m e
joramiento o ya con fines políticos y especulativos.
Se hace necesario, por otra parte, identificar al m édico en
tre los escritores y poetas del país, ya que muchos de nuestros
conciudadanos y con mayor razón los extranjeros, desconocen
su carácter profesional, los sagrados compromisos contraídos
con los enfermos y, por ende, la falta de tiem po para p oder de
dicarse al cultivo de las letras y de las bellas artes. Y es ésto un
imperativo, un oasis en la vida del médico, partícipe de la angus
tia de los familiares íntimos del enfermo, testigo, a m enudo, de
su penuria económica, impresionado con sus ayes, y no pocas ve
ces, sintiéndose incapaz de curarle o aliviar su dolor. ¿Acaso el
médico no se conmueve por la gran escasez de alimentos para el
pueblo y especialmente para los niños?; ¿acaso no ha visto con
tristeza el total abandono del habitante campesino? ¿y acaso no
se lamenta de tanto accidente de tránsito y de terrorism os y
conflictos bélicos por doquier?. Su corazón es un ánfora de do
lor.
A continuación trataré de ofrecer una visión sintética de
los géneros científicos y literarios más importantes que los m é
dicos ecuatorianos han cultivado y han contribuido a la form a
ción y desarrollo de las ciencias y letras nacionales.
Alfredo Espinosa Tamayo, Julio Endara, Agustín Cueva
Tamariz, José Manrique Izquieta, Carlos Alberto Arteta, Carlos
Aguilar Vázquez y el malogrado César Alfonso Pástor, que han
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sido el cerebro del movimiento intelectual contem poráneo, han
estudiado y publicado obras sobre nuestros grandes problemas
filosóficos, psiquiátricos, médicolegales y sociales y, son quie
nes tam bién han abordado el análisis biotipológico de las gran
des figuras de la cultura universal y nacional. Ellos, con Carlos
R. Tobar se han interesado muchísimo sobre la educación pú
blica del país a todos los niveles.
Corresponden a Rafael Quevedo Coronel, Carlos Aguilar
Vázquez, Antonio Santiana, Jorge Hurel Cepeda y Jorge Escu
dero las investigaciones y estudios publicados sobre antropolo
gía física y Social, tanto del indio, como del montuvio ecuatoria
no y, se debe a los doctores Juan José Samaniego, José Cruz
Cueva, Hernando Rosero, José Luis Elsitdié, Eduardo Espino-
za Ch., etc. los estudios sobre antropología criminológica.
Los Problemas sobre demografía, higiene y medicina so
cial del país han sido brillantem ente tratados por Pablo Artu
ro Suárez, Carlos Andrade Marín, Alfredo J. Valenzuela, Juan
Tanca Marengo, Armando Pareja Coronel, Antonio Bastidas,
L. Ricardo Palma, Jorge Higgins y Plutarco Naranjo. Son valió -
sos los aportes a la cultura médica, social y asistencial, de J.
Guillermo Aguilar M., a quien se le debe tam bién numerosas y
hermosas páginas sobre múltiples tópicos médicos y paramédi-
cos, dignos de ser leídos.
Acerca de la filosofía de la medicina y de los problemas,
médicobiológicos nacionales contamos con las valiosas obras de
José Manrique Izquieta, Leopoldo Cordero Dávila, Leoncio
Cordero Jaramillo, Rodrigo Fierro Benítez, José Varea Terán,
Juan José Alvarado, Angel AmenPalma y M. Rivadeneira.
Sobre historiografía de la medicina ecuatoriana son me
morables los nombres de Francisco Xavier Eugenio Espejo, de
Gualberto Arcos, de Mauro Madera, de Alfredo J. Valenzuela
V., de J. A. Falconí Villagómez, de Virgilio Paredes Borja, de
Agustín Cueva Tamariz, de Juan José Samaniego, de Francisco
López Baca, de Manuel Agustín Landívar, Julián Alvarez Crespo,
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Plutarco Naranjo, Max Ontaneda y Enrique Garcés; entre los
que han cultivado este género científico merecen también citar
se a los doctores, César Hermida Piedra, Eduardo Estrella, E-
duardo Yépez V. y Oswaldo Morán P. La biografía ha sido un
género cultivado con esmero en el país, destacándose en la clase
médica los doctores, Agustín Leónidas Yerovi, Agustín Cueva
Tamariz, Ricardo Márquez Tapia, José Antonio Falconí Villa-
gómez, Antonio C. Pérez, Francisco López Baca, J. A. Astudi-
11o Ortega, Carlos Vinueza Rodríguez, Enrique Garcés, Jaime
Chávez Ramírez, y Celín Astudillo.
Han honrado las ciencias nacionales en el campo de la Geo
grafía, los doctores Manuel Villavicencio, Felicísimo López,
Mauro Madero y Juan José Samaniego, quienes nos han legado
interesantes obras de carácter nacional o provincial y Plutarco
Naranjo, en el de la Climatología.
El ensayo es un género literario por el que tienen predilec
ción los ecuatorianos. Entre los médicos puede mencionarse
por lo menos a los siguientes: Eugenio Espejo, Felicísimo Ló
pez, Juan Tanca Marengo, J. Falconí Villagómez, Tarquino To
ro Navas, Plutarco Naranjo, Agustín, Cueva Tamariz, Franklyn
Tello Mercado, Abel Alvear, Reinaldo Miño, Marco Varea Te-
rán.
Sobre lingüística, folklore médico, medicina aborigen y
antropología contam os con las publicaciones de los doctores:
Carlos R. Tobar, Mauro Madero, Eduardo Estrella, Manuel A-
gustín Landívar, Luis Baquerizo Amador, Plutarco Naranjo y
Antonio Santiana.
En la oratoria parlamentaria, José Mejía Lequerica, Carlos
R. Tobar, César Borja, Emiliano Crespo Astudillo y Julio Enri
que Paredes, merced a su verbo e intelecto han pasado a la pos
teridad, después de haber contribuido a la libertad y conviven
cia de nuestros pueblos e instituciones; sus intervenciones, doc
tas, elocuentes y patrióticas, han dado brillo y celebridad a las
actas y memorias de los congresos nacionales e internacionales
en los que han participado.
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Ocupan un alto sitial en el periodismo ecuatoriano los doc
tores: Francisco Xavier Eugenio Espejo, José Mejía Lequerica,
Felicísimo López, Agustín Leónidas Yerovi, Nicanor Merchán,
Adolfo Hidalgo Nevárez, Carlos R. Sánchez, J. A. Falconí Vi-
llagómez, Carlos Aguilar Vázquez, Agustín Cueva Tamariz,
Tarquino Toro Navas, Enrique Garcés Cabrera, Enrique Boloña,
Plutarco Naranjo, Hugo Guillermo González y Ricardo Dezcal-
si, quienes a través de la Prensa, el Cuarto Poder del Estado, se
han preocupado vivamente de orientar la opinión pública y de
dar a publicidad crónicas y artículos de carácter histórico o de
actualidad y en defensa de los intereses locales o nacionales, al
guno de ellos, sin descuidar la defenza de nuestro patrim onio
artístico.
La novela, el cuento y el relato han sido cultivados con ori
ginalidad y esmero por los doctores: Carlos R. Tobar, Víctor
Manuel Rendón, Paul Engel, Cristóbal González Hidalgo, Ma
nuel Moreno Tinajero, Francisco López Baca, Ricardo Descal-
zi, Carlos de la Torre Flor, y Ensayo, Luis Félix y Eduardo Es -
trella.
El discurso académico ha sido una de las formas de expre
sión de la clase médica. ¿Quien no ha leído el célebre discurso
del doctor Francisco Eugenio Espejo dirigido desde Bogotá ala
muy ilustre y muy leal ciudad de Quito, impreso en aquella
ciudad en 1842 por el doctor Antonio Espinosa y reimpreso
entre nosotros en múltiples ocasiones?. No cabe tam bién olvi
dar los memorables y elocuentes discursos pronunciados por el
doctor José Mejía Lequerica en las Cortes de Cádiz. A través de
los discursos podemos aquilatar el pensamiento, la erudición y
la amplia cultura y el patriotism o de nuestros facultativos: bas
ta leer los discursos de los doctores, Maximiliano Ontaneda,
pronunciado en Quito y, Emiliano Crespo Astudillo, pronuncia
do en Cuenca, en sesiones solemnes, en conmemoración del Pri
mer Centenario del Nacimiento del sabio bacteriólogo Luis Pas-
teur, para valorar las dotes oratorias de estos dos facultativos.
El discurso pronunciado en 1912 por el doctor don Antonio
E. Arcos, Ministro de Relaciones Exteriores, con motivo del Sa
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neamiento de Guayaquil, es una pieza científica, política y li
teraria que demuestra la preparación y mentalidad de este mé
dico quiteño. El discurso del señor doctor Isidro Ayora leído
en 1929 ante la Asamblea Nacional es tan valioso por sq conte
nido político y administrativo, como por su impecable léxico.
Es igualmente, im portante el discurso del doctor Isidro Ayora
pronunciado en 1954, en el Primer Congreso Latinoamericano
de Filosofía y Letras de la Educación. No menos im portante
desde el punto de vista político, administrativo e industrial, es
el discurso pronunciado por el doctor Abel A. Gilber como
Presidente del Congreso Nacional ante el Congreso de Municipa
lidades, en 1951. De corte académico son los tres discursos sus
tentados por el doctor Carlos R. Tobar, el primero en el Ateneo
Hispanense de Sevilla, en sesión extraordinaria de marzo de
1888; el 2o. en la Universidad Central de Quito en la solemne
apertura de las clases, el lo . de octubre de 1880 y, el 3o. leído
en el Bazar de los Pobres, en la ciudad de Quito, por la misma
época. Es m uy elocuente y valioso el discurso pronunciado por
el doctor Wenceslao Pareja, en 1918, con motivo de la apertura
del año escolar en la Universidad de Guayaquil. El discurso pro
nunciado por el doctor Julio Endara en la sesión inaugural del
Tercer Congreso Médico Ecuatoriano, celebrado en Quito el 9
de febrero de 1952 es un docum ento de gran contenido cientí
fico. Muy largo sería seguir recordando otros tantos valiosos
discursos que han puesto de manifiesto la elocuencia y alta pre
paración del médico ecuatoriano.
El género epistolar ha sido tam bién muy cultivado por la
clase médica del país; por desgracia, la m ayor parte de las cartas
se han conservado inéditas; pues, la correspondencia epistolar
de los doctores Carlos Alberto Arteta, Juan Tanca Marengo, Ju
lio Endara y los Recados de Enrique Garcés, serían por si solos
un aporte de gran valor a la cultura nacional.
El teatro ha tenido en la clase médica sus cultivadores; en
tre estos figuran los doctores, Víctor M. Rendón, Rafael A. Sal
vador, Enrique Garcés y Ricardo Descalzi, siendo, por otra par
te, este último de los facultativos autor de la Historia Crítica
del Teatro Ecuatoriano, en seis tom os, obra que nos ofrece una
visión integral de este género literario a través del tiempo.
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la dedicó al limo. Dr. Blas Sobrino y Minayo, Obispo de Quito.
A mediados del siglo XIX, el doctor José Mascóte puso en circu
lación el folleto titulado Vida del insigne jugador Pedro Negre-
te , traducido en verso castellano; este célebre médico' guaya-
quileño, como todo buen discípulo del Real Convictorio de Li
ma, supo latín a la perfección y, según anota Chávez Franco en
sus Biografías Olvidadas , el doctor Mascóte Era poeta de
inspiración seria, de rigidez clásica y además versado traductor
y vertidor al castellano de los clásicos latinos . En 1883, el doc
to r Julio A. Viscaino puso en circulación un curioso opúsculo
que lleva el títu lo : Preceptos del Médico. Traducción Libre
del francés a mi verdadero amigo el Sr. don Alberto Sáenz
(Quito, Im prenta del Clero, 1883). El doctor J. A. Falconí Vi-
llagómez, uno de los facultativos más eruditos y poglígotos que
ha tenido el país, con el título El Jardín de Lutecia , en 1953
nos dio a conocer algunas traducciones de poetas franceses. El
doctor Juan Tanca Marengo hizo la versión al español y publi
có la Thése pour la D octorat en Médicine par Julián Coronel
de L'Hémiplégie Hystérique (Paris, 1873) y, el mismo doctor
Tanca Marengo tradujo del francés Cartas a un Joven Médico
por el Dr. Roger Savignae (Buenos Aires, 1948). El doctor Vir
gilio Paredes Borja hizo la versión al español de la interesante o-
bra La Capitale de L 'quateur au point de vue MédicoChirur-
gical par E. Gayraud et D. Domec (Paris, 1886). El doctor
Francisco López Baca nos dejó hecha la traducción al español
de los artículos: Etiology of Y ellow Fever por Hideyo Nogu-
chi (1919), que se refieren a las investigaciones realizadas por
el sabio bacteriólogo japonés en la ciudad de Guayaquil. En
1905 el doctor Carlos R. Tobar tradujo la im portante obra
La Fiebre Amarilla. Sus Agentes de Transmisibilidad y su Pro
filaxis, escrita en portugués por los doctores E. Maicheox y
P. L. Simond. Sería largo seguir citando las diferentes traduccio
nes realizadas por los médicos ecuatorianos, tan to de obras cien
tíficas como literarias.
Después de esta breve revisión de las labores de los faculta
tivos ecuatorianos en el campo de las letras, pasaré a dar a cono
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cer con m ayor detalle las obras científicas y literarias de los
médicos más sobresalientes del país ya fallecidos, que han for
jado las letras del Ecuador.
Empresa aparte sería el análisis de la vocación y activida
des del médico ecuatoriano en los campos de la música, de la
pintura, escultura, tallado, etc. etc. Así como también el sin
número de crónicas deportivas m antenidas por algunos faculta
tivos en los diarios del país.
FRANCISCO JAVIER EUGENIO DE
SANTACRUZ Y ESPEJO. 1747 - 1795.
Este genial ecuatoriano que desde su infancia frecuentó las
salas hospitalarias del San Juan de Dios de esta capital y al
coronar sus estudios médicos a la edad de 2 0 años, además de
ejercer su profesión se consagró al estudio de la salubridad pú
blica, como lo demuestra en su magistral obra Reflexiones a-
cerca de las Viruelas, que por m andato del Muy Ilustre Cabil
do quiteño le escribió y presentó en 1785, obra en la cual se
puede apreciar la profundidad de sus conocimientos epidemio
lógicos sobre la viruela, la tuberculosis, la sífilis, la lepra, etc.
Espejo fue tam bién Licenciado en Derecho Civil y Derecho Ca
nónico y, se cuenta que practicó en Derecho en el despacho del
doctor Ramón Yépez, de 1780 hasta 1793. Fue el primer perio
dista del país, bibliotecario de la Universidad de Santo Tomás
y uno de los Proceres de nuestra Independencia.
Transcribiremos algunos juicios de nacionales y extranje
ros acerca de este Príncipe de las letras y de este Procer de
nuestra Emancipación. El gran historiador y literato quiteño,
doctor Pablo Herrera (1), emitió este concepto: El doctor don
(1) HERRERA, P ABLO. Ensayo sobre la Historia de la Literatura Ecuatoriana ,
pp. 41 -42 . Imprenta Nacional. Quito, 1927.
6 b
REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE G U AY A Q U I L
ÍFrancisco Eugenio de Santacruz y Espejo fue el literato d e 1
Reino de Quito que más conocimiento poseyó sobre el derecho
político y la ciencia social. Descendiente de una raza indígena
debió a la excelencia de su talento y a sus esfuerzos de su aplica
ción, el conocimiento de esos importantes ramos y la superiori
dad sobre la mayor parte de sus contem poráneos . Otro de los
ilustres juristas e historiador quiteño, el doctor Homero Viteri
Lafronte, escribió sobre Espejo lo siguiente: Talento claro, es
píritu inquieto y curioso, ansia de saber y todo dom inado por
su voluntad firme y fuerte, no podían menos que producir un
hom bre erudito y, Espejo lo fue. Supo de Jurisprudencia y Teo
logía, de Política y Medicina, de Filosofía y .Literatura. Cono
ció el latín, quiso aprender griego y tradujo el francés . El agre
gado Cultural de la Embajada de México en Quito, Ledo. René
Cueller Bernal(3), al referirse al doctor Espejo expuso: fue a-
demás un notable médico que propiam ente se convirtió con sus
prédicas libertarias por medio de escritos que incitaban a la re
belión, en el iniciador de la Independencia del Ecuador. Y
transcribiremos el comentario del sabio médico y académico es
pañol, doctor Gregorio Marañón (4) acerca de la obra cultural y
política del doctor Espejo: Honda huella ha dejado Espejo en
el Ecuador y en toda la América por su saber médico, por sus
campañas para la dignificación de la Medicina, por sus dotes ex
cepcionales de pulcritud profesional, por su crítica de los cu
randeros y falsos doctores. Su figura es digna de perdurable re
cuerdo. Y a ello se añadió el entusiasmo popular que encendían
sus campañas políticas y su vehemencia de polem ista .
El doctor Espejo fue, además, el precursor del Panamerica
nismo, como muy bien reconoce y proclama el doctor Arístides
A. Moll(5), que fue Secretario y Editor de la Oficina Sanitaria
Panamericana; pues, de él es el siguiente testim onio: Espejo es
quizás de extensión m ayor que Bolívar, pensó en térm inos con -
(3) CUELLER BERNAL, RE. Suplemento Regional de El Sol”, México, 1974.
(4) MARON, GREGORIO. Elogio de España al Ecuador, p. 44. Madrid, 1953.
(5) MOLL, ARISTIDES A. A esculapius in Latín America, p. 229. Philadelphia,
1944.
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R E V I S T A D E L A U N I V E R S I D AD D E GUAYAQUIL
Representaciones de Espejo al Presidente Villalengua a-
cerca de su Prisión, 1787 (pp. 203 a 216).
Carta del Padre La Graña, 1780. (pp. 219 a 254).
El Nuevo Luciano de Quito, 1779 (pp. 257 a 259).
Segunda Carta Teológica, 1792. (pp. 575 a 584).
Tomo II.
La Ciencia Blancardina, 1780 (pp. 11 a 339).
Reflexiones acerca de las Viruelas, 1785. (pp. 343 a 522).
Sermones, 1780. (pp. 525 a 590).
Tom o III.
Defensa de los Curas de Riobamba, 1786. (pp. 1 a 233)
Marco Porcio Catón, 1780. (237 a 322).
A esta lista de obras y escritos debemos añadir su versión
del griego al español de la obra Tratado de lo Maravilloso y
Sublime, de Dionisio Casio Longino, 1781. con un hermoso
Prólogo del Arzobispo de Quito, Ilmmo. Manuel María Pólit
Laso, publicada en las Memorias de la Academia Ecuatoriana
Correspondiente de la Real Española, Nueva Serie, Quito, 1923.
El señor doctor Homero Viteri Lafronte era poseedor de algu
nos escritos inéditos y, entre ellos un estudio sobre la fiebre de
los indios o sea sobre el tifus exantemático epidémico.
Acerca de la vida y de las obras del doctor Francisco Xa
vier de Santa Cruz y Espejo se ha publicado numerosos libros,
opúsculos y artículos (I); me limitaré a señalar, de su extensa
biobibliografía las siguientes obras:
(I) En la obra Di. Eugenio Espejo. Estudios. Comentarios e Iconografía, el A.
publicó una extensa Bibliografía (pp. 3 3 6-342) acerca de la vida y obras del
Dr. Espejo, Bibliografía elaborada hasta el año de 1952, la misma que fue re
producida, sin indicar su autor, en el Vol. XXIX, de las Publicaciones del Mu
seo de Arte e Historia de la Municipalidad de Quito, al reproducir Primicias
de la Cultura de Quito. Quito, 1958.
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R E VI S T A D E L A U N IV E R S ID A D D E G U A YA Q U I L
ARIAS, AUGUSTO. El Cristal Indígena. 209 págs. Editorial A-
mericana, Quito, 1934.
ASTURO, PHILIP LOUIS. Eugenio Espejo. (1747 - 1 7 9 5 ) . Re
form ador Ecuatoriano de la Ilustración.
159 págs. Fondo de Cultura Económica.
México, 1969.
Eugenio de Santacruz y Espejo. Obras
Educativas. Biblioteca Ayacucho. 534
págs. Caracas, 1981.
BEDOYA MARURI, ANGEL NICANOR. El Dr. Francisco Xa
vier Eugenio de Santacruz y Espejo. 193
págs. The Quito Times. Quito, 1982.
BRAVO G., LUiSR. La Pedagogía de Espejo. 115 págs. Cuen
ca, 1967.
CLAVERY, EDOUARD. Espejo (1747 - 1795). En Trois
Précurseus de la Independence des Dé-
mocraties Sud Américaines, pp. 65156.
París, 1932.
GARCES, ENRIQUE. Eugenio Espejo. Médico y :Duende. Ira.
Edición. 237 págs. Talleres Municipales.
Ilustre Cabildo de Quito, Quito, 1944.
2a. Edición: 374 págs. Editorial Casa de
la Cultura Ecuatoriana. Quito, 1959.
3a. Edición: 327 págs. Editorial Univer
sitaria. Quito, 1973.
MONTALVO, ANTONIO. Francisco Javier de Santa Cruz y Es
pejo. 143 págs. Talleres Gráficos Nacio
nales. Quito, 1947.
- 6 9 -
R E VI S T A D E L A U N IV E R S I D A D D E G U AYA Q U I L
PALADINES, CARLOS. Eugenio Espejo. Conciencia Crítica de
su Epoca. 369 págs. Pontificia Universi
dad Católica del Ecuador. Quito, 1978.
RUBIO ORBE, GONZALO. Eugenio de Santa Cruz y Espejo.
292 págs. Talleres Gráficos Nacionales.
Quito, 1950.
VARIOS. Eugenio Espejo, Pensamiento Económico y Político.
295 págs. Facultad de Ciencias Econó
micas. Guayaquil, 1981.
VARIOS. Apoteosis de Eugenio Espejo. Publicación del Comi
té Pro Bicentenario de Espejo. 168
págs. Quito, 1947.
VARIOS. Dr. Eugenio Espejo. Estudios Médicos. Comentarios
e Iconografía. 312 págs. Editores Luis A.
León y Enrique Garcés. Imprenta de la
Universidad Central. Quito, 1952.
VARGAS, FR. JOSE MARIA O.P. Biografía de Eugenio Espejo.
Ed. Santo Domingo. 124 págs. Quito,
1968.
VITERI LAFRONTE, HOMERO. Un Libro autógrafo de Espe
jo. 113 págs. Tipografía y Encuaderna
ción Saiesianas. Edición especial del es
tudio publicado en el Boletín de la So
ciedad Ecuatoriana de Estudios Históri
cos Americanos . Vol. IV, Num. 13.
Quito, 1920.
YEPEZ DEL POZO, JUAN. El Símbolo de América India. 69
págs. Imprenta Municipal, Quito, 1949.
- 7 0-
R E VI S T A D E L A U N IV E R S ID A D D E G U A Y A Q U I L
JOSE MEJIA LEQUERICA.- (1775 - 1813).
Además de medicina, estudió jurisprudencia y botánica.
Durante su juventud acompañó en sus expediciones a los sabios
botánicos Francisco José de Caldas y a Atanacio Guzmán y
mantuvo correspondencia con el doctor José Celestino Mutis.
Fue catedrático por oposición de Lengua Latina en la Universi
dad de Santo Tomás, en Quito y, en Madrid desempeñó el cargo
de médico del hospital Real.
En 1810 fue diputado en las Cortes de Cádiz en donde se
destacó como gran político e insigne orador, conquistando en
el parlam ento los nombres de Mirabeau americano y de Ri
val del Divino Argüelles. En dichas Cortes, con Martínez de la
Rosa, Juan Nicasio Gallego y otros diputados defendió la li
bertad de im prenta y consiguió que en el Parlamento hubiera
de América igual representación. El célebre literato y crítico
español, don Marcelino Menéndez y Pelayo al referirse al orador
Mejía en las Cortes de Cádiz, escribió: Mejía que arrebataba a
todos los diputados americanos la palma de la elocuencia. . . a
ninguno de nuestros Diputados reformistas cedía en brillantez
de ingenio y rica cultura; y a todos aventajaba en estrategia par
lamentaria, que parecía adivinar por instinto en medio de aquel
Congreso de legisladores. . .. El Dr. Pedro Ferm ín Cevallos
transcribe en su Resumen de la Historia del Ecuador (T.II,p.
369) el siguiente juicio de Lebrun, publicado en los Retratos
políticos de la revolución de España ; escribió así: Mejía:
hombre de mundo, como ninguno en el congreso. Conocía bien
los tiempos y a los hombres: y los liberales lo querían como li
beral, pero lo tenían como americano . . . Sabía callar y hablar
y, aunque hablaba de todo parecía que no le era extraña ningu
na materia. Si se trataba de disciplina eclesiástica y sus leyes,
parecía un canonista; si de leyes políticas y civiles, un perfecto
jurisconsulto; si de medicina y epidemias, un profesor de esta
ciencia. Su actuación en las Cortes era digna de admirar si se
tiene en cuenta que existía el antecedente de que su hermano
político, doctor Francisco Xavier de Santa Cruz y Espejo, ha
bía luchado hasta su muerte por alcanzar la independencia de
los pueblos de América del tutelaje español.
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R E VI S T A D E L A U N I V E R S I D A D D E G U AYA Q U I L
Los elocuentes y célebres discursos del Dr. Mejía hállanse
reproducidos o com entados en las siguientes obras: Discursos de
don José M ejía en las Cortes Españolas de 181013 con un pró
logo histórico por Camilo Destruge. Guayaquil, 1909. Don José
M ejía Lequerica en las Cortes de Cádiz de 1810 a 1813 (O sea
el Principal D efensor de los Intereses de la Am érica Española en
la Más Grande A sam blea de la Península) por Alfredo Flores y
Caamaño. (571 págs. Barcelona, 1908). E xp e d iá o n esy Otros
Datos Inéditos Acerca del Doctor José Mejía del Valle y L eq u e
rica, po r A lfredo Flores y Caamaño (73 págs. Quito, 1943). A-
cerca de la vida y obra del orador quiteño se da a conocer tam
bién en M ejía:Mirabeau del Nuevo M undo por Neptalí Zuñiga
(409 págs. Quito, 1947). José Mejía. Lazo de Unión entre Espa
ña y Am érica por César E. Arroyo (18 págs. Quito, 1911). Es
muy interesante el Discurso en Elogio del Señor Da. José M e
jía, pronunciado por el practicante de jurisprudencia y cursan
te de humanidades, don A gu stín Yerovi, el día 4 de junio de
1838. En la Capilla del Convictorio de San Fernando de esta
Ciudad I, Publicado p or sus A migos (Quito, Imprenta del go
bierno, por J. Campuzano). Es muy im portante la relación que
consta en este discurso, y que reza lo siguiente:
Cuando (José Mejía) principiaba el
estudio de las materias filosóficas, su
fisonomía interesante y, todas aque
llas cualidades que demuestran que el
que las posee no pertenecerá a la clase
común de los hombres, llamaron la a-
tención del Sr. Dr. Eugenio Espejo.
Este le advirtió que los lugares de la
educación no estaban en aquel tiempo
exento del error, y que si se limitaba
a seguir los pasos tardíos de la públi
ca enseñanza, los esfuerzos que hicie
ra para cultivar su razón no servirán
sino para extraviarla: escucha mis lec
ciones, le dijo, y o te guiaré po r el ca-
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R E V I S T A D E L A U N I V E R S I D A D D E G U A Y A Q U I L
mino de la verdad Si el Sr. Mejía se
distinguió tanto en lo sucesivo, pode
mos atribuirlo en parte a la dirección
y cuidados de aquel hombre genero
so . . . El Sor. Dr. Espejo, indepen
dientem ente de tantos motivos justos
que le captaron el honroso título de
sabio indiano, será recomendable so
bre todo por haber sido el primero
que en nuestra patria hizo uso de la
im prenta, arrostrando los tiros de una
metrópoli recelosa. El sabio Espejo
fue quien nos enseñó, que el arte tip o
gráfico está destinado a propagar la
moral y las luces y, sus palabras reso
naron hasta más del Atlántico, se ase
mejaron a una voz humana que se oye
en el centro del desierto .
Cuán interesantes son estos datos de
Mejía y de Espejo, que al cabo de u-
nos años les ligaba, no sólo en la pro
fesión médica, en el ansia del saber, y
la pasión de contribuir a la libertad
de los pueblos, sino que les ligó el vín
culo político; como se sabe, Mejía
contrajo matrim onio con la hermana
de Espejo, doña Manuela Espejo.
El doctor Yero vi en su discurso, tam
bién llegó a pronunciar: Me es indis
pensable arrojar una rápida ojeada so
bre algunas doctrinas que enseñó en
su curso, por que el Sor. Mejía fue
quien causó en Quito una revolución
literaria y, por que a él le debemos en
la mayor parte el que la verdadera fi
losofía se haya sentado sobre su tro
no .
- 7 3 -
REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE G U A YA Q U I L
También puso de manifiesto que En el año de 1800 se hi
cieron oposición para la enseñanza de filosofía en el colegio de
San Luis. Iba ya a desaparecer el siglo 18o., el tiem po principia
ba a medirse por un nuevo siglo llamado a sucesos más grandes ,
en cuya oposición, pese a su juventud, fue Mejía el triunfador
y el elegido a ocupar tan importante cátedra; pues, frente a sus
contendores de avanzada edad, él frisaba los 25 años . Informa
ción y conceptos emitidos hace 144 años.
Fue tam bién catedrático de Botánica en la Universidad de
Santo Tomás y por información del Dr. Agustín Salazar se sabe
que Mejía fue autor de un escrito en el cual se hacían las dife
rencias entre el aspecto venenoso y el saludable de las plantas
y, por don Celiano Monge nos hemos enterado que el médico
quiteño escribió un texto de Botánica. Hay que recordar que
Mejía fue discípulo y luego colaborador del célebre botánico es
pañol, don Anastacio Guzmán; colaboró con Francisco José de
Caldas y estableció correspondencia con José Celestino Mutis.
Caldas en carta dirigida al doctor Mutis le informaba: He ob
servado que Mejía ha tom ado muy de veras los consejos que V.
le dio en su última; desde ese día no piensa, no habla, no respi
ra sino Botánica; hace frecuentes salidas a los alrededores. En
otro párrafo le expresaba: tiene un buen talento, más que me
dianos conocimientos botánicos, que sabe latín con su tintura,
que es activo, constante, mozo con salud y sobre todo que a-
ma a Ud. (Cartas de Caldas, pp. 2242^5, Bogotá, 1917). Con
viene recordar que Caldas propuso a Mutis la incorporación del
doctor Mejía a la Expedición Botánica; pero no se sabe que cir
cunstancias le impidieron, ya que Caldas en carta dirigida a Mu
tis desde Quito el 2 de enero de 1805, desistía escribiéndole:
Por lo que mira a Mejía debo decir a usted que todas las cir
cunstancias han variado desde la época en que propuse a usted
su agregación. Sabemos también muy bien que al final de la a-
mistad de Caldas con Alejandro de Hum boldt se produjo un
profundo distanciam iento: ¿acaso la amistad de Mejía con el sa
bio Hum boldt, le disgustó?.
Otra de las facetas del doctor Mejía fue la de periodista;
colaboró activamente en La Abeja Española ; según su Direc-
- 7 4 -
R E VI S T A D E L A U N I V E R S I D A D D E G U A YA Q U I L
tor, don Alcalá Galiano, sus redactores eran grandes personalida
des, figurando entre ellos el diputado Mejía; colaboró, igualmen
te, en el Telégrafo Mexicano, vocero que mucho se interesó
por los grandes problemas de América, tratados, indudablemen
te, por el médico quiteño. Hay que lam entar que los nom bres
de los editorialistas y columnistas de los periódicos de un país
no figuren en el historial de la Prensa correspondiente y no se
pueda identificarlos nada más que por su estilo, por sus ideas de
libertad y preparación académica. Mejía en una exposición al
Rector de la Universidad de Quito, principió escribiéndole que
era Maestro en Artes, Bachiller en Medicina, Doctor en Sagra
da Teología, Profesor Público que fue en Latinidad y Retórica
y Catedrático de Filosofía en esta Real Universidad de Angéli
co Doctor Santo Tomás de Aquino , exposición que hacía pa
ra optar los grados de Derecho Civil y Canónico.
Acerca de la vida y de las actividades del doctor Mejía, a-
demás de la bibliografía ya citada puede consultarse las siguien
tes obras:
JERVIS, FR. ALFONSO A. El doctor don José Mejía del Valle
y Lequerica. Rasgos bibliográficos a-
cerca de dos publicaciones relativas a
este sabio quiteño y gran orador de
las Cortes de Cádiz. Quito, 1944.
BOSSANO, GUILLERMO. Un Quiteño en las Cortes de Cádiz,
Quito, 1943.
BENITEZ VINUEZA, LEOPOLDO. José M ejía Lequerica. En
Notas y Selección en Precursores Bi
blioteca M ínim a , pp. 345452. Edi
torial José M. Cajica Jr. Puebla, Méxi
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la Historia del Ecuador desde su ori
gen hasta 1845. Tomo II, pp. 368
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tas Ecuatorianos. Tomo II, pp. 42
62. Quito, 1896.
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1959.
JO S E EUG EN IO MASCOTE A G U Ik RE. 1794 - 1859.
Realizó sus estudios médicos, junto con su hermano Fran
cisco, en el Real Colegio de Médico de San Fernando de la ciu
dad de Lima desempeñando con todo lucimiento y puntuali
dad las actuaciones internas del Colegio , luego en 1819 se gra
duó de médico en la Real Universidad de San Marcos de esa ca
pital; en 1920 presentó su títu lo ante el Cabildo de Santiago de
Guayaquil, su ciudad natal y, en 1830 revalidaba su título en
dicho puerto ante un Tribunal presidido por el Rector de la U-
niversidad de Quito. En 1820 se enroló al ejército del Mariscal
Sucre en calidad de médico y cirujano; posteriormente desem
peñó los cargos de Defensor de Menores, Conjuez de la Corte
Superior de Justicia de Distrito de Guayaquil, de Miembro de
la Sociedad Económ ica de este Puerto, Legislador titular por el
Guayas; Censor, primero y luego Presidente de la Sociedad Mé
dica del Guayas, Sociedad fundada en 1837. En la m ortífera e-
pidemia de fiebre amarilla que en 1842 diezmó a la población
de Guayaquil, asumió con heroismo la atención de los enfermos
y el estudio epidemiológico de la peste, dejándonos para la pos
teridad su Memoria sobre la Fiebre Amarilla que apareció en
Guayaquil en 1842. (Guayaquil, 1844).
El texto de esta M emoria, como de los tres Informes, ele
vados al Gobernador de la Provincia y al Director de la Facul
tad de Medicina son valiosos testim onios de sus grandes cono
cimientos médicos y epidemiológicos, como también de su gran
preparación hum anística y de sus dotes literarios. Su Discurso,
pronunciado en calidad de Censor durante la sesión inaugural de
la Sociedad Médica de Guayaquil, es una joya de la Historia de
- 7 9 -
REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE GUAYAQUI L
la Medicina y un análisis severo de la situación de las ciencias de
Galeno en el país durante ei coloniaje. Veamos lo que a este
respecto escribió:
Podría añadir mucho ahora sobre el estado
de nuestra Cirugía; pero me limitaré a decir
que esta rama de la Ciencia Médica, ha sido
mantenida por el gobierno español de que de
pendimos, en la obscuridad a que, desde si
glos atrás, la legó el sacerdocio, que era sólo
árbitro de las ciencias. Esta conducta, que es
un vergonzoso resto de la antigua barbarie y
estupidez, ha detenido los progresos que, si
guiendo el espíritu del siglo, lo fecundó de
nuestros talentos americanos y el ejemplo de
las naciones extranjeras, debió hacer. Pero ya
se nos prepara la edad más justa, en que, sa
biendo sus profesores de ese miserable abati
m iento, caminan con majestuosos pasos por
la senda que guía al santuario de la inm orta
iidad.
Debemos hoy esperar de las luces, sagacidad
y tino de esta asamblea, en la rem oción de to
dos los obstáculos, para la perfección de nues
tra Facultad en todos sus ramos y; que el sa
bio gobierno que rige nuestros destinos y se
desvela por la salud del Estado, le dará el es
plendor que se merece y, que ha obtenido y
obtiene aún en las más ilustradas cortes de
Europa. Oh! Cuán vasto campo se presenta
a mi imaginación, para tributar los más puros
homenajes de gratitud hacia él y, de regocijo
por la instalación de esta Sociedad! . . .
REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL
El Dr. Mascóte no sólo que se distinguió como protomédi
co, sino tam bién como un político ferviente y progresista, co
mo escritor convencido y talentoso, como un impecable traduc
tor de las obras clásicas; fue, además, en Guayaquil uno de los
precursores de la poesía romántica. Lástima que muchas de sus
obras inéditas hayan desaparecido en el incendio de su celebra
da biblioteca que ocurrió en 1851. De este abnegado e ilustre
galeno, político y latinista, Chávez Franco se expresó: Era
poeta de inspiración seria, de rigidez clásica y además versado
traductor y vertidor al castellano de los clásicos latinos .(a)
(a) Acerca de la vida y obras de este prrtomédico guayaqufleño consúltese: El
docto r JO SE MASCOTE, 45 págs. por Dr. Luis A. León. Editorial Rumahui. Qui
to, 1952. E L DR. JO SE MA SC OTE. Personalidades Ilustres de la Medicina Nacional.
En Papeles MédicosNo. 30. Quito, Setiembre, 1952. Por L.A.L.