Absceso Hepático Piógeno
en Pediatría

Víctor Echeverría*

Los Abscesos Hepáticos pueden ser primarios o secunda­
rios. Los Primarios según su etiología se pueden agrupar en bac­
terianos o piógenos y parasitarios. Los secundarios complican
un quiste o un tumor pre—existente.

El Absceso Hepático Piógeno es raro en niños y tiene pre-
valencia en varones menores de 5 años, según bibliografía revi­
sada.

El agente infeccioso llega al hígado por: la vena umbilical,
exclusiva del recién nacido; por via sistémica a través de la arte­
ria hepática com o en las sepsis; directamente por la vena porta
en la mayoría de casos; con menos frecuencia por los conductos
biliares, por patología de ellos o com o puente entre el intestino
y la glándula; por contigüidad o por los vasos linfáticos com o
en los empiemas o abscesos subfrénicos; o finalmente com o
complicación de un traumatismo directo. Pueden ser únicos o
múltiples; siendo estos últimos más frecuentes cuando la infec­
ción se hace por via sistémica o de la vena porta, localizándose
de preferencia en el lóbulo derecho.

Entre los antecedentes de importancia hay que tener pre­
sente las piodermitis, quemaduras infectadas, salmonelosis u o-
tras infecciones intestinales, perforaciones intestinales, apendi-
citis aguda, cateterización umbilical en el neonato enfermo. Pue­
den complicar pacientes con enfermedad granulomatosa cróni­
ca, disgammaglobulinemia o los que reciben tratamientos con

Médico de Consulta Externa del Hospital "A. Mann
Profesor de Pediatría Universidad de Guayaquil.

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antinflamatorios, corticosteroides, antileucémicos o inmunosu-
presores, en los que con frecuencia puede producirse sepsis.

Los SINTOMAS principales son: fiebre alta de tipo sépti­
ca a veces precedida de escalofríos, dolor abdominal casi siem­
pre en el cuadrante superior derecho que aumenta con la respi­
ración profunda y la tos y, hepatomegalia dolorosa. Al examen
fisico se comprueba en un niño con muy mal estado general la
hepatomegalia con deformidad o no de su borde anterior según
esté localizado en cara inferior o superior, a veces acompañada
de defensa muscular. Con menor frecuencia ictericia, diarrea y
vómitos.

El laboratorio demuestra leucocitosis con neutrofilia y, a-
nemia; en menor proporción alteraciones funcionales con incre­
mento de transaminasas, hiperbilirrubinemia y aumento de fos-
fatasa alcalina.

En radiografía de tórax puede haber elevación del hemidia-
fragma derecho y en fluoroscopia menor excursión respiratoria
del mismo y, con menor frecuencia derrame pleural.

La com probación diagnóstica se hace con gammagrafía he­
pática con radioisótopos en proyecciones ántero—posterior y la­
teral, con positividad en un 80 a 85o/o . Ecosonografía con ul­
trasonido, que permite diferenciar con más precisión tumores
sólidos de abscesos. Otro recurso disponible de menor impor­
tancia práctica es la arteriografía hepática.

El TRATAMIENTO del Absceso Hepático Piógeno puede
ser m édico y quirúrgico.

El tratamiento médico en pacientes sin estudio del líquido
del absceso debe hacerse a base de oxacilina y un aminoglucoci-
do com o la gentamicina por via endovenosa y muscular respec­
tivamente y a dosis altas. Se recomienda esta asociación de an

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bióticos porque la mayoría son producidos por estafilococos au-
reus, escherichia coli, pseudomona auruginosa, estreptococo fe-
calis y salmonela typhi, probablemente sensibles a ellos. Si se
obtiene muestra de pus, se impone el cultivo y antibliograma
con antibióticoterapia dirigida de acuerdo al resultado de ellos.
El tratamiento quirúrgico se reserva para los abscesos únicos, de
tamaño importante; practicándose drenaje por via extrapleural
o extraperitoneal, dejando un dren en la cavidad para irrigación
con antibiótico o sin él; también sirve para el control de su evo­
lución por radiografías con medio de contraste.

Sin tratamiento la evolución es fatal.
Revisando las estadísticas del Hospital de Niños Alejandro

Mann de la ciudad de Guayaquil he recopilado 9 casos de Absce­
so Hepático Piógeno, de los cuales el 7 7o /o corresponden a e-
dad escolar y varones y el resto a pre—escolares del sexo feme­
nino, procedentes el 66,60/0 del área rural. Su estado nutricio-
nal, evaluado según el porcentaje de déficit de peso para su e-
dad, eran 22,2 0 /0 de eutróficos y 77,7 0/0 distróficos, de los
que el 71,5 0 /0 corresponden a Grado I y 28,5 0/0 a Grado II.

Al ingreso, el 100 0 /0 presentaron fiebre alta, dolor abdo­
minal en el hipocondrio derecho. El 88,9 0/0 tenian hepatome­
galia con sospecha en casi todos de tumor hepático. Diarrea el
77,7 0/0 e ictericia y resistencia abdominal el 33,3 0 / 0. Dos ca­
sos presentaron los síntomas en el curso de fiebre tifoidea con
tratamiento específico de cloranfenicol; en ellos se com probó la
presencia del absceso hepático piógeno.

El Laboratorio demostró en el 77,7 0 /0 de los casos leuco­
citosis con neutrofilia. Incremento de transaminasas el 44,4 0/0
e hiperbilirrubinemia 31, 33 ,3o/o . Casi todos, el 88,9 0/0 tenian
anemia de leve a moderada. En el 44,5 0/0 se investigó SEKA-
MEBA, siendo el resultado negativo en todos. A uno se le solici­
tó hemocultivo, con resultado negativo. El 100 0 /0 en exáme­

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nes seriados coproparasitoscópicos tenían parásitos, pero ningu­
no ameba histolítica.

Com probación diagnóstica preoperatoria tuvieron el
44,5 o /o tres por gammagrafía y uno por tomografía axial com-
putarizada. En los demás se confirm ó por la paratomía y dre­
naje.

El tratamiento m édico en el 88,9 o /o se hizo a base de gen-
tamicina, asociada a ampicilina o penicilina en el 77,7 o /o .

Drenaje quirúrgico se realizó en el 66,6 o /o . El resto, abs­
cesos múltiples comprobados, recibieron solamente tratamiento
médico. De ellos en la mitad no hay datos de estudios bacterio­
lógicos; en los restantes el cultivo fue estéril.

El 66,6 o /o fueron únicos y localizados en el lóbulo dere­
cho y el 33,3 o /o abscesos múltiples diseminados.

La estadía prom edio en el 88,9 o /o fue de más de treinta
días, los demás entre 20 a 30 días.

El 100 o /o fueron dados de alta curados.

RESUMEN Y CONCLUSIONES.- El Absceso Hepático
Piógeno es raro en Pediatría, más aún después del descubrimien­
to de los antibióticos; especialmente en la era actual con la apa­
rición de los llamados modernos o de última generación, algunos
específicos contra determinados gérmenes, que permiten mayor
eficacia en los tratamientos. Sin embargo paralela y negativa­
mente, con mucha frecuencia se practica un mal uso y abuso de
ellos que conlleva super o sobreinfecciones o el desarrollo de re­
sistencia bacteriana que hace fracasar una terapia antibiótica ra­
cional; con la probabilidad de que infecciones localizadas, apa­
rentemente no graves, puedan generalizarse y por via sistémica
producir un proceso supurativo de la glándula hepática; esto

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puede observarse en infecciones de piel com o forunculosis, im-
petigo, ectima, etc. Igualmente infecciones intestinales, com o la
fiebre tifoidea, enfermedades endémicas y prevalentes en nues­
tro medio pueden ser el foco inicial de un absceso hepático pió-
geno.

Si con estos antecedentes, el niño con mal estado general,
enfermedad crónica o con falla inmunológica, presenta escalo­
fríos, fiebre alta, dolor abdominal, hepatomegalia dolorosa, a-
nemia y leucocitosis con neutrofilia; en ellos habria que plan­
tear e investigar el diagnóstico de absceso hepático piógeno y
solicitar com o examen complementario eco o gammagrafía he­
pática.

Revisando los diagnósticos de egresos del Hospital de Ni­
ños Alejandro Mann de la ciudad de Guayaquil, se analizaron 9
casos existentes de Absceso Hepático Piógeno. Predominaron
escolares varones, procedentes de areas rurales, ditróficos, ané­
micos y poliparasitados negativos para amebas.

Todos tuvieron al ingreso sintomatología aguda caracterís­
tica con com probación diagnóstica por eco o gammagrafía o
luego de realizado el drenaje quirúrgico. Habiéndose solicitado
en este grupo el estudio bacteriológico del liquido purulento en
ninguno ha sido posible su com probación etiológica, aspecto
importantísimo en el que debe ponerse mayor atención. Su ma­
nejo m édico—quirúrgico fue adecuado y en relación con la etio­
logía más frecuente.

En una reducida casuística es muy difícil sacar conclusio­
nes significativas; sin embargo la motivación esta justificada por
ser una patología grave y mortal sin tratamiento eficaz y opor­
tuno.