
VICERRECTOR ADO ACADÉMICO
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e-ISSN: 2960 - 8147
ISB N : 978 -9942- 44 - 827-9
Tiende a confundirse con las estrategias pedagógicas, las cuales delimitan su campo de operación
porque son acciones y métodos específicos que emplean los docentes dentro del aula de clase con la
finalidad de facilitar el aprendizaje de los estudiantes (García, 2020). Se centra en cómo enseñar, cómo guiar
el aprendizaje y cómo adaptar las metodologías para responder a las necesidades individuales o grupales.
Emplear el aprendizaje basado en proyectos, usar los recursos digitales interactivos o fomentar el
trabajo colaborativo en grupos diversos, forman parte de las estrategias pedagógicas. Como se puede
apreciar, la perspectiva de las estrategias pedagógicas está más centrada en el acto educativo directo, en la
relación profesor-estudiante y en la implementación de métodos que promueven el aprendizaje significativo.
Entonces, ¿Cuál es la diferencia clave? la diferencia clave es que las estrategias educativas abarcan un
enfoque sistemático y organizativo de manera amplia (macro); mientras que las estrategias pedagógicas se
enfocan en el diseño y aplicación de métodos de enseñanza dentro del aula de clases (micro). Sin embargo,
ambas estrategias son complementarias, ya que las estrategias educativas crean el marco y las condiciones,
mientras que las estrategias pedagógicas son el vehículo que opera en el aula para alcanzar los objetivos
pautados.
Por tanto, las estrategias educativas inclusivas, son los planes, enfoques y prácticas pedagógicas, que
garantizan que todos los estudiantes, independientemente de sus características o necesidades individuales,
disfruten de un acceso equitativo a una educación de calidad, eliminando barreras de aprendizaje, fomentando
la participación activa de los estudiantes en el proceso educativo y promoviendo el respeto por la diversidad.
Ahora bien, cuando hablamos de las complejidades contemporáneas, nos referimos a los desafíos
multifacéticos, interconectados y cambiantes que afectan las dinámicas sociales, económicas, culturales,
políticas y educativas del siglo XXI. Algunas de ellas son:
• Diversidad cultural y social. Muy enlazada con el tema de la globalización, que ha intensificado la
convivencia de culturas, idiomas y tradiciones dentro de las aulas de clase, lo que ha generado
la necesidad de implementar estrategias inclusivas que insten al respeto y la valoración de estas
diferencias como oportunidades para el aprendizaje colaborativo. En este sentido, se debe
preservar y fortalecer las culturas de los pueblos indígenas, incorporando en los currículos y en las
prácticas pedagógicas elementos culturales que contribuyan a preservar su lengua, tradiciones y
conocimientos ancestrales.
• Desigualdades sociales y económicas. Son factores que afecta el acceso equitativo a una educación
de calidad. Los estudiantes de comunidades desfavorecidas suelen carecer de recursos básicos,
tecnología y apoyo académico, lo cual limita su inclusión educativa. Un ejemplo fehaciente de
esta situación es la de los niños de áreas rurales que tienen un acceso limitado a la internet y otras
herramientas digitales, lo que dificulta su integración en programas educativos modernos.
• Transformación tecnológica. La revolución digital ha cambiado la forma en que se enseña y
aprende, sobre todo después del flagelo de la pandemia del COVID, pero también ha generado