Dimensiones del paisaje: habitar la transformación desde el cuerpo, la memoria y el territorio

Abstract

Hay paisajes que se recorren con los ojos, y otros que se leen con el cuerpo, la memoria y el afecto. Este número propone pensar el territorio no como fondo escénico ni como simple contexto físico, sino como un entramado dinámico de significados, materialidades y relaciones vividas. Bajo el título Dimensiones del paisaje, reunimos una serie de contribuciones que abordan el paisaje desde lo arquitectónico, lo urbano y lo cultural, y que revelan su complejidad como campo de estudio, de experiencia y de proyecto.
Lejos de miradas unidimensionales, los textos aquí reunidos proponen una lectura expandida del paisaje. Una primera dimensión se despliega desde lo fenomenológico, reconociendo que el habitar es un acto perceptivo, corporal y simbólico. El paisaje es atmósfera, ritmo, transición. Se explora el recorrido como experiencia sensorial, donde la arquitectura se adapta, se transforma y se expresa como respuesta táctil a las condiciones del entorno: clima, topografía, vegetación, temperatura. La arquitectura no se posa sobre el territorio: se engrosa, se levanta, se repliega o se abre en diálogo con él.

En paralelo, se despliega una dimensión simbólica y cultural. Ríos, montañas, quebradas o barrios no son solo accidentes geográficos o tramas urbanas, sino signos activos que configuran imaginarios colectivos y estructuras de identidad. La relación entre las formas del paisaje y las formas de vida que las habitan traza una cartografía emocional profunda, donde lo geográfico y lo humano se entrelazan en la producción de sentido.

El número también propone una mirada crítica al paisaje urbano contemporáneo. A través de la exploración de procesos de transformación barrial, gentrificación y pérdida de memoria construida, se revela cómo el paisaje es también un archivo de lo que fue, de lo que se resiste y de lo que desaparece. La fotografía, la cartografía comparativa, el archivo digital y la observación situada se convierten aquí en herramientas metodológicas clave para leer las tensiones del espacio habitado y visibilizar lo que la ciudad borra o transforma.

Finalmente, se incorpora una dimensión proyectual, en la que el paisaje deja de ser marco para convertirse en interlocutor del diseño arquitectónico. Las propuestas analizadas evidencian un enfoque contemporáneo que entiende el proyecto como acto de escucha, de adaptación contextual y de lectura profunda del territorio.

En un contexto latinoamericano donde confluyen la expansión urbana descontrolada, el olvido de lo local y la urgencia climática, pensar el paisaje como sistema vivo y culturalmente cargado resulta más relevante que nunca. Este número propone comprenderlo no como un soporte, sino como una matriz crítica desde la cual proyectar.

Porque habitar el paisaje no es solo construir en él, sino construir con él. Este número nos recuerda que proyectar arquitectura es también una forma de leer el mundo, de cuidarlo, y de imaginar futuros posibles desde la memoria del lugar.